1
Tres mujeres van cargadas de bolsas y hacen
mohínes de resignación y aspavientos de cansancio. Una de ellas viste un suéter
amarillo con una inscripción en inglés en la espalda –Look at this, reza– y un escudo o emblema o logotipo publicitario
en la parte delantera Una de sus acompañantes le dice algo al oído. La mujer
del suéter amarillo se lleva los dedos a la boca y hace chisssttt. La otra
sonríe. A continuación se ponen las tres muy serias.
La
del suéter amarillo hurga en una bolsa de El Corte Inglés y luego pregunta la
hora dándose golpecitos en la muñeca. Sus amigas se encogen de hombros, alzan
pesadamente los ojos, se estiran la falda al tiempo que aprovechan para ponerse
más cómodas, relajadas, ausentes. A la mujer del suéter amarillo le oyen decir
todos los viajeros que están a su alrededor que le gustaría tener un caballo en
un pueblo de las afueras para pasear sobre él los fines de semana. Un día de
estos se lo va a decir a su novio, le hace tanta ilusión.
2
–Oye,
¿y los ángeles de la guarda? Los que decían antes que asistían a los niños, que
estaban siempre pendientes de nosotros, volando sin parar o suspendidos en el
aire con sus alitas para protegernos de cualquier peligro, así los pintaban en
las estampas... ¿Te acuerdas? Dicen que ya no los hay, porque no se atreven a volar del cielo a la tierra, por
miedo a los satélites esos que se pasean por la atmósfera, y a las naves
espaciales, y a los aviones...
3
–Pues sí, tengo un pequeño olivar, en
una parcela que compró mi padre hace ya muchos años, por la parte de Tarragona,
cuarenta árboles en total, y créame si le digo que cada uno tiene su carácter y
su comportamiento, exactamente igual que las personas, sí señor, que parece
mentira, y sus dolencias y debilidades, basta con prestarles un poco de
atención para darse cuenta, y por lo mismo necesita cada cual sus cuidados,
este un poco más de agua porque siempre está sediento, aquel que no le dé tanto
el sol de cara, el otro que no le molesten las hormigas, el de más allá que le
poden a menudo... Los hay además querenciosos, de la hierba seca abajo
protegiéndoles el tronco, o del riego con aspersor, y algunos hasta se permiten
sus rarezas, como el que no soporta a los pájaros, o el que arruga las hojas si
ladran los perros, o el que se encoge y deja caer los limones ante de madurar
si no le pongo un rodrigón en cada rama... Por eso, para tenerles bien
atendidos, los he bautizado a todos con nombres de personajes de la historia,
músicos y hombres de ciencias, filósofos y emperadores, navegantes y literatos...:
Mozart, Newton, Lope de Vega, Pitágoras, Magallanes, Napoleón Bonaparte, Gengis
Kan...
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