¿De qué
se puede escribir en un tiempo como el que estamos viviendo? Más aún, ¿tiene
sentido decir algo que no procure algún consuelo, que no traiga alguna ayuda o
infunda siquiera alguna esperanza? Y también, ¿a quién le va a importar lo que
uno pueda decir si no contribuye en algo a aliviar o entender o sobrellevar lo que está pasando?
Tenía
aquí medio preparados unos cuantos asuntos, que considerados ahora parecen ya
como de otra época, como si en el intervalo en que fueron esbozados y el presente
en que se revisan hubiera habido algún socavón en el devenir de la historia, o
el mundo hubiera padecido algún trastorno, o sin darnos cuenta estuviéramos
todos siendo víctimas de algún mal sueño engañoso.
Este,
por ejemplo, sobre diversos términos que se han apoderado del léxico actual
(que se habían apoderado, me he apresurado mentalmente a corregir):
reinventarse, ponerse las pilas, cambiar de chip, planes con niños, momentazo,
hoja de ruta, empoderamiento, líneas rojas, calidad de vida (ganar en), desconectar
(del mundo, del trabajo, de los problemas...), librar el partido más importante de
la vida..., con una sección aparte para esa inexplicable afición por los
diminutivos: veranito, fallito, puntito...
Y llevado por la querencia de las cosas de la lengua, un
pequeño repertorio de expresiones con la fórmula estar que: está que trina, está que se sube por las paredes, está que muerde,
está que rabia, está que bota, está que pega saltos, está que bufa, está que
echa rayos, está que no vive...
Y
otro, en pañales también, sobre construcciones con la fórmula no...ni...: no entender ni jota, no decir ni pío,
no decir ni mu, no tener ni idea, no saber ni torta, no caber ni un alfiler...
También
este, sobre el modo como aplicamos a veces
los adjetivos a sustantivos con los que, en apariencia al menos, poco tienen
que ver, y cómo de la unión de uno y otro salen expresiones bien curiosas. Por
ejemplo: círculo vicioso, punto flaco, mentira piadosa, sana alegría, ciencias
puras, de pura cepa, de rabiosa actualidad...
Y pariente del anterior, un apartado que, desatendido
desde el primer día, luce título vistoso, Expresiones
curiosas, pero tiene aún el escaparate casi vacío: presencia de ánimo,
cargarse de razón, armarse de paciencia...
La paciencia que ahora necesitamos, y el ánimo y la
razón de los que tendremos que armarnos cuando pasemos al otro lado de la pared
que ahora se nos ha puesto delante.
Si, una pared que sin avisar se ha colocado delante, tan alta que no se puede saltar,y acurrucado dejar pasar un tiempo para imaginar que todo fué un mal sueño.
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