Efectivamente, pues en
muchos casos el género gramatical sirve para distinguir dos palabras iguales,
pero de muy distinto significado. Así ocurre, por ejemplo, en las siguientes:
el capital (conjunto de bienes) y
la capital (ciudad);
el clave (instrumento musical) y la
clave (de un enigma);
el cólera (enfermedad) y la cólera (enfado
violento, ira, enojo);
el cometa (astro) y la cometa
(juguete infantil);
el corte (cuando se habla de
incisiones o de prendas de vestir) y la corte (del rey);
el delta (del río) y la delta
(letra griega);
el doblez (pliegue de una tela) y
la doblez (hipocresía);
el editorial (artículo sin firma de
un periódico) y la editorial (empresa editora);
el frente (militar o meteorológico)
y la frente (de la cara);
el guía (persona que acompaña y
orienta a los visitantes) y la guía (libro que contiene datos o normas sobre
una materia);
el margen (de una página) y la
margen (orilla de un río);
el orden (colocación, clasificación
botánica o zoológica) y la orden (mandato, institución civil, religiosa o
militar);
el parte (aviso, comunicación) y la
parte (porción);
el pendiente (joya o adorno) y la
pendiente (inclinación del terreno);
el pez (animal) y la pez (sustancia
pegajosa);
el radio (línea de la
circunferencia y hueso del antebrazo) y la radio (aparato);
el vocal (miembro de un tribunal) y
la vocal (sonido del lenguaje).
En determinadas palabras, existe
una clara diferencia de significado entre las formas masculina y femenina: el
acero y la acera, el cargo y la carga, el cuadro y la cuadra, el cuento y la cuenta,
el palo y la pala, el puerto y la puerta, el punto y la punta, el suelo y la
suela...
A
veces, el género señala alguna oposición semántica, como la dimensión del
objeto (anillo y anilla, barco y barca, bolso y bolsa, cesto y cesta, cuchillo
y cuchilla, jarra y jarro), la distinción entre árbol y fruto (castaño y castaña,
manzano y manzana, olivo y oliva), la diferencia entre usuario e instrumento
(el cámara y la cámara, el espada y la espada, el trompeta y la trompeta) u
otras (fruto y fruta, río y ría)...
Claro
que hay también algunas que, sin variar el significado, admiten los dos
géneros: el mar y la mar (mala mar, alta mar), el azúcar y la azúcar (azúcar moreno
o morena), el arte (románico) y las artes (plásticas).
Otras
presentan formas distintas: abad y abadesa, actor y actriz, alcalde y alcaldesa,
barón y baronesa, conde y condesa, duque y duquesa, emperador y emperatriz, gallo
y gallina, héroe y heroína, juglar y juglaresa, poeta y poetisa (también, la
poeta), príncipe y princesa, profeta y profetisa, rey y reina, sacerdote y sacerdotisa,
tigre y tigresa, zar y zarina... O incluso requieren vocablos diferentes: caballo
y yegua, carnero y oveja, padrino y madrina, padrastro y madrastra, toro y
vaca, yerno y nuera...
Como asimismo las hay que sirven
para el masculino y el femenino: artista, cantante, cónyuge, espía, estudiante,
intérprete, joven, mártir, periodista, representante, testigo...