Continuando con lo mismo (véanse entradas 241 y 242,
correspondientes a los días 10 y 14 de noviembre, respectivamente), no son
pocos los nombres de lugar que forman parte de dichos y frases hechas:
a
la luna de Valencia
Quedarse
a la luna de Valencia: ver frustradas las
esperanzas de lo que se deseaba o pretendía.
En el Diccionario
de autoridades (1726-1739) se lee que "dejar a la luna es lo mismo que dejar en blanco. Díjose por analogía del que halla la posada cerrada y se
queda al sereno; y se suele decir comúnmente a la luna de Valencia". La alusión a Valencia se ha intentado
explicar por la forma semicircular o de media luna que tenían sus murallas y su
playa, en la que debían quedarse los barcos a los que no se permitía atracar en
el puerto.
ancha
es Castilla
Se
emplea para animar a alguien, o a uno mismo, a actuar con libertad y decisión.
Su
origen se remonta al tiempo de la Reconquista, cuando se inició la repoblación
de Castilla, que, por su extensión, ofrecía a los nuevos habitantes amplias
posibilidades de medrar.
aquí, o ahí, o allí, fue, o será, etc., Troya
Se
usa para dar a entender que solo han quedado las ruinas y señales de una
población o de un edificio; también, para indicar el comienzo de un conflicto o
de una dificultad muy grandes. / arda
Troya Expresa la firme determinación de hacer algo sin reparar en las
consecuencias. / armarse la de Troya Organizarse
un gran jaleo.
Las
tres expresiones aluden a la legendaria ciudad de Troya, sitiada durante más de
diez años por los griegos y finalmente tomada por estos, tal como lo han contado
los poetas Homero y Virgilio.
estar en Babia
Estar
abstraído o ensimismado, sin enterarse de lo que ocurre alrededor.
En
la Edad Media, los reyes de León pasaban largas temporadas en la tranquila y
recogida comarca de Babia, bien para cazar o descansar, bien para aislarse del
ajetreo y las intrigas de la corte. De esta manera, solía ocurrir que cuando
algún súbdito preguntaba por ellos o requería su presencia se le respondiera
que el rey estaba en Babia, dando a entender así que no quería saber nada de
los asuntos de gobierno, o que no se le podía molestar.
estar entre Pinto y
Valdemoro
Estar
indeciso, vacilante. Estar medio borracho.
Pinto
y Valdemoro son dos pueblos de Madrid cuyos términos municipales estaban
separados por un arroyo en algún tramo. De este modo, si se ponía el pie en una
orilla se estaba en Pinto, y si se ponía en la otra se estaba en Valdemoro.
Hubo al parecer en Pinto un célebre borrachín que tenía por costumbre llegarse
por las tardes al arroyo, y allí se divertía dando saltos del uno al otro lado,
diciendo: "Ahora estoy en Pinto; ahora estoy en Valdemoro". Así hasta
que un día se cayó en medio del arroyo y dijo: "Ahora estoy entre Pinto y
Valdemoro". En contra de la anterior explicación, sostienen otros que la
frase tiene su origen en el refrán "Vino tinto, si no hay de Valdemoro,
démelo de Pinto", que alude a la buena fama que tenían los vinos de ambos
pueblos. Y hay también quien opina que estar entre Pinto y Valdemoro significa
"estar achispado", es decir, a medio camino entre la sobriedad y la
borrachera.
¡esto es Jauja!
Designa
todo aquello que quiere presentarse como modelo de prosperidad y abundancia.
Jauja,
valle del Perú, famoso por la riqueza de su territorio, se identificó en el
imaginario popular del siglo XVI con la tierra del oro y de la fertilidad,
pasando así a convertirse en un lugar mítico y legendario, rebosante de frutos
y maravillas que se ofrecían a quien los quisiera sin necesidad de trabajar.
Lope de Rueda escribió en 1547 La tierra
de Jauja, en la que se describe esa tierra como una isla llena de oro donde
reinan la belleza y la alegría, los árboles dan buñuelos, las fuentes manan
manteca, los ríos son de leche y las montañas de queso, las calles están
pavimentadas con yemas de huevo...
irse por los cerros de
Úbeda
Divagar,
apartarse del asunto que se está tratando, perderse en disquisiciones
innecesarias o que no vienen a cuento.
Según
unos, en un pueblo de la serranía de Úbeda había un alcalde enamorado de una
moza que vivía en el cerro de Úbeda, y cuando en las sesiones municipales
perdía el hilo o se ponía a divagar, le decían: "No se vaya usía por los
cerros de Úbeda". Para otros, el dicho se remonta a la época de la
Reconquista: el rey Fernando III el Santo esperaba a uno de sus caballeros para
emprender la conquista de Úbeda, y el tal caballero llegó cuando la ciudad ya
estaba tomada. Al preguntarle el rey por su retraso, contestó que se había
perdido por los cerros de Úbeda.
más se perdió en Cuba
Para
consolar al que ha sufrido un revés o un fracaso, haciéndole ver que siempre
puede haber otros mayores.
Alude
a la humillante derrota sufrida por España en la guerra de Cuba (1898), que
significó la pérdida de las últimas colonias (Cuba, Puerto Rico y las islas
Filipinas) y el fin del imperio español.
mover, remover, o revolver, Roma con Santiago
Poner
en acción todos los recursos imaginables para conseguir algo. Por alusión a la
distancia entre dos de los más importantes centros de peregrinación del mundo
cristiano.
¡naranjas
de la China!
Se usa para negar o rechazar algo con rotundidad.
Procede de la creencia popular de que la naranja de la China, de
piel lisa y delgada, era algo fantástico y muy difícil de conseguir. Hoy, sin
embargo, se considera que la naranja, introducida en España por los árabes en
la Edad Media, fue un cultivo que estos aprendieron de los chinos.
no se
ganó Zamora en una hora
Para conseguir algo importante se requiere tiempo y esfuerzo.
Alude al largo
asedio que en el año 1072 sufrió la ciudad de Zamora durante siete meses por
parte del rey Sancho II de Castilla, el cual pretendía arrebatársela a su
hermana doña Urraca. El asedio continuó incluso después de haber sido muerto el
rey por el traidor Bellido Dolfos, hasta que la propia doña Urraca le entregó
la ciudad a su hermano Alfonso VI, sucesor de Sancho.
poner una pica en Flandes
Lograr algo muy
difícil.
Hace referencia a lo
difícil que resultaba, durante el reinado de Felipe IV (1604-1665), encontrar
soldados deseosos de alistarse y empuñar la pica, especie de lanza larga propia
del cuerpo de infantería, para servir en los tercios de Flandes, donde se libró
la interminable Guerra de los 80 años (1568-1648) entre la monarquía española y
las provincias rebeldes de los Países Bajos.
salga el sol por Antequera
Se emplea cuando
alguien ha tomado una decisión y no le importan las consecuencias que puedan
derivarse.
Se dice que la
expresión (cuya forma completa es Salga el sol por Antequera y póngase por
donde quiera) pudo tener su origen en el campamento de los Reyes Católicos
durante la conquista de Granada; pero dado que Antequera está al oeste y no al
este de la ciudad de la Alhambra, la frase habría que entenderla en sentido
irónico: Salga el sol por donde quiera.