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jueves, 24 de noviembre de 2016

Más que lugares geográficos (y III)

Continuando con lo mismo (véanse entradas 241 y 242, correspondientes a los días 10 y 14 de noviembre, respectivamente), no son pocos los nombres de lugar que forman parte de dichos y frases hechas:

a la luna de Valencia
Quedarse a la luna de Valencia: ver frustradas las esperanzas de lo que se deseaba o pretendía.
En el Diccionario de autoridades (1726-1739) se lee que "dejar a la luna es lo mismo que dejar en blanco. Díjose por analogía del que halla la posada cerrada y se queda al sereno; y se suele decir comúnmente a la luna de Valencia". La alusión a Valencia se ha intentado explicar por la forma semicircular o de media luna que tenían sus murallas y su playa, en la que debían quedarse los barcos a los que no se permitía atracar en el puerto.

ancha es Castilla
Se emplea para animar a alguien, o a uno mismo, a actuar con libertad y decisión.
Su origen se remonta al tiempo de la Reconquista, cuando se inició la repoblación de Castilla, que, por su extensión, ofrecía a los nuevos habitantes amplias posibilidades de medrar.

aquí, o ahí, o allí, fue, o será, etc., Troya
Se usa para dar a entender que solo han quedado las ruinas y señales de una población o de un edificio; también, para indicar el comienzo de un conflicto o de una dificultad muy grandes. / arda Troya Expresa la firme determinación de hacer algo sin reparar en las consecuencias. / armarse la de Troya Organizarse un gran jaleo.
Las tres expresiones aluden a la legendaria ciudad de Troya, sitiada durante más de diez años por los griegos y finalmente tomada por estos, tal como lo han contado los poetas Homero y Virgilio.

estar en Babia
Estar abstraído o ensimismado, sin enterarse de lo que ocurre alrededor.
En la Edad Media, los reyes de León pasaban largas temporadas en la tranquila y recogida comarca de Babia, bien para cazar o descansar, bien para aislarse del ajetreo y las intrigas de la corte. De esta manera, solía ocurrir que cuando algún súbdito preguntaba por ellos o requería su presencia se le respondiera que el rey estaba en Babia, dando a entender así que no quería saber nada de los asuntos de gobierno, o que no se le podía molestar.

estar entre Pinto y Valdemoro
Estar indeciso, vacilante. Estar medio borracho.
Pinto y Valdemoro son dos pueblos de Madrid cuyos términos municipales estaban separados por un arroyo en algún tramo. De este modo, si se ponía el pie en una orilla se estaba en Pinto, y si se ponía en la otra se estaba en Valdemoro. Hubo al parecer en Pinto un célebre borrachín que tenía por costumbre llegarse por las tardes al arroyo, y allí se divertía dando saltos del uno al otro lado, diciendo: "Ahora estoy en Pinto; ahora estoy en Valdemoro". Así hasta que un día se cayó en medio del arroyo y dijo: "Ahora estoy entre Pinto y Valdemoro". En contra de la anterior explicación, sostienen otros que la frase tiene su origen en el refrán "Vino tinto, si no hay de Valdemoro, démelo de Pinto", que alude a la buena fama que tenían los vinos de ambos pueblos. Y hay también quien opina que estar entre Pinto y Valdemoro significa "estar achispado", es decir, a medio camino entre la sobriedad y la borrachera. 

¡esto es Jauja!
Designa todo aquello que quiere presentarse como modelo de prosperidad y abundancia.
Jauja, valle del Perú, famoso por la riqueza de su territorio, se identificó en el imaginario popular del siglo XVI con la tierra del oro y de la fertilidad, pasando así a convertirse en un lugar mítico y legendario, rebosante de frutos y maravillas que se ofrecían a quien los quisiera sin necesidad de trabajar. Lope de Rueda escribió en 1547 La tierra de Jauja, en la que se describe esa tierra como una isla llena de oro donde reinan la belleza y la alegría, los árboles dan buñuelos, las fuentes manan manteca, los ríos son de leche y las montañas de queso, las calles están pavimentadas con yemas de huevo...

irse por los cerros de Úbeda
Divagar, apartarse del asunto que se está tratando, perderse en disquisiciones innecesarias o que no vienen a cuento.
Según unos, en un pueblo de la serranía de Úbeda había un alcalde enamorado de una moza que vivía en el cerro de Úbeda, y cuando en las sesiones municipales perdía el hilo o se ponía a divagar, le decían: "No se vaya usía por los cerros de Úbeda". Para otros, el dicho se remonta a la época de la Reconquista: el rey Fernando III el Santo esperaba a uno de sus caballeros para emprender la conquista de Úbeda, y el tal caballero llegó cuando la ciudad ya estaba tomada. Al preguntarle el rey por su retraso, contestó que se había perdido por los cerros de Úbeda.

más se perdió en Cuba
Para consolar al que ha sufrido un revés o un fracaso, haciéndole ver que siempre puede haber otros mayores.
Alude a la humillante derrota sufrida por España en la guerra de Cuba (1898), que significó la pérdida de las últimas colonias (Cuba, Puerto Rico y las islas Filipinas) y el fin del imperio español.

mover, remover, o revolver, Roma con Santiago
Poner en acción todos los recursos imaginables para conseguir algo. Por alusión a la distancia entre dos de los más importantes centros de peregrinación del mundo cristiano.

¡naranjas de la China!
Se usa para negar o rechazar algo con rotundidad.
Procede de la creencia popular de que la naranja de la China, de piel lisa y delgada, era algo fantástico y muy difícil de conseguir. Hoy, sin embargo, se considera que la naranja, introducida en España por los árabes en la Edad Media, fue un cultivo que estos aprendieron de los chinos.

no se ganó Zamora en una hora
Para conseguir algo importante se requiere tiempo y esfuerzo.
Alude al largo asedio que en el año 1072 sufrió la ciudad de Zamora durante siete meses por parte del rey Sancho II de Castilla, el cual pretendía arrebatársela a su hermana doña Urraca. El asedio continuó incluso después de haber sido muerto el rey por el traidor Bellido Dolfos, hasta que la propia doña Urraca le entregó la ciudad a su hermano Alfonso VI, sucesor de Sancho.

poner una pica en Flandes
Lograr algo muy difícil.
Hace referencia a lo difícil que resultaba, durante el reinado de Felipe IV (1604-1665), encontrar soldados deseosos de alistarse y empuñar la pica, especie de lanza larga propia del cuerpo de infantería, para servir en los tercios de Flandes, donde se libró la interminable Guerra de los 80 años (1568-1648) entre la monarquía española y las provincias rebeldes de los Países Bajos.

salga el sol por Antequera
Se emplea cuando alguien ha tomado una decisión y no le importan las consecuencias que puedan derivarse.

Se dice que la expresión (cuya forma completa es Salga el sol por Antequera y póngase por donde quiera) pudo tener su origen en el campamento de los Reyes Católicos durante la conquista de Granada; pero dado que Antequera está al oeste y no al este de la ciudad de la Alhambra, la frase habría que entenderla en sentido irónico: Salga el sol por donde quiera.

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