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jueves, 12 de enero de 2017

Cuando el género sí que importa

Efectivamente, pues en muchos casos el género gramatical sirve para distinguir dos palabras iguales, pero de muy distinto significado. Así ocurre, por ejemplo, en las siguientes:
el capital (conjunto de bienes) y la capital (ciudad);
el clave (instrumento musical) y la clave (de un enigma);
el cólera (enfermedad) y la cólera (enfado violento, ira, enojo);
el cometa (astro) y la cometa (juguete infantil);
el corte (cuando se habla de incisiones o de prendas de vestir) y la corte (del rey);
el delta (del río) y la delta (letra griega);
el doblez (pliegue de una tela) y la doblez (hipocresía);
el editorial (artículo sin firma de un periódico) y la editorial (empresa editora);
el frente (militar o meteorológico) y la frente (de la cara);
el guía (persona que acompaña y orienta a los visitantes) y la guía (libro que contiene datos o normas sobre una materia);
el margen (de una página) y la margen (orilla de un río);
el orden (colocación, clasificación botánica o zoológica) y la orden (mandato, institución civil, religiosa o militar);
el parte (aviso, comunicación) y la parte (porción);
el pendiente (joya o adorno) y la pendiente (inclinación del terreno);
el pez (animal) y la pez (sustancia pegajosa);
el radio (línea de la circunferencia y hueso del antebrazo) y la radio (aparato);
el vocal (miembro de un tribunal) y la vocal (sonido del lenguaje).

En determinadas palabras, existe una clara diferencia de significado entre las formas masculina y femenina: el acero y la acera, el cargo y la carga, el cuadro y la cuadra, el cuento y la cuenta, el palo y la pala, el puerto y la puerta, el punto y la punta, el suelo y la suela...

A veces, el género señala alguna oposición semántica, como la dimensión del objeto (anillo y anilla, barco y barca, bolso y bolsa, cesto y cesta, cuchillo y cuchilla, jarra y jarro), la distinción entre árbol y fruto (castaño y castaña, manzano y manzana, olivo y oliva), la diferencia entre usuario e instrumento (el cámara y la cámara, el espada y la espada, el trompeta y la trompeta) u otras (fruto y fruta, río y ría)...

Claro que hay también algunas que, sin variar el significado, admiten los dos géneros: el mar y la mar (mala mar, alta mar), el azúcar y la azúcar (azúcar moreno o morena), el arte (románico) y las artes (plásticas).
Otras presentan formas distintas: abad y abadesa, actor y actriz, alcalde y alcaldesa, barón y baronesa, conde y condesa, duque y duquesa, emperador y emperatriz, gallo y gallina, héroe y heroína, juglar y juglaresa, poeta y poetisa (también, la poeta), príncipe y princesa, profeta y profetisa, rey y reina, sacerdote y sacerdotisa, tigre y tigresa, zar y zarina... O incluso requieren vocablos diferentes: caballo y yegua, carnero y oveja, padrino y madrina, padrastro y madrastra, toro y vaca, yerno y nuera...
Como asimismo las hay que sirven para el masculino y el femenino: artista, cantante, cónyuge, espía, estudiante, intérprete, joven, mártir, periodista, representante, testigo...

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