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miércoles, 18 de julio de 2018

Muletillas de ahora (y otras cantinelas)


¿Vale?, alargando las sílabas y poniéndose gallito (¡qué distinto del clásico, en latín como saludo al principio de las cartas, 'que estés bien de salud', y para despedirse, '¡que sigas bien!'), y en castellano antiguo como equivalente de 'adiós' o 'salud, consérvate sano'.
¡Venga!, pronunciado así, con alarde de soltura y despreocupada simpatía, para despedirse.
¡Y punto pelota!: conclusivo, rotundo, tajante, incuestionable, radical...
De buen rollo, o buen rollito (¡no las digas nunca!).
Y estas otras, tan socorridas: dar la brasa; ponerse las pilas; cambiar de chip; ser un crack, o un friki, o un notas...
Y aún parece que siguen circulando otras: jo macho, jo tío (¡el parentesco universal: todo el mundo es tío o tía!), flipar (¡yo es que flipo, nene!), molar (¡cómo mola!)..., herederas de aquellas otras no tan lejanas, como, por ejemplo, cantidubi, guay (del Paraguay), demasié, rayar (no me rayes, ¿eh?), estar al loro, írsele a alguien la ollase me fue la olla, churri!), mogollón...
Por no hablar de ese diminutivo eufemístico (-ito/a) al que tantos bienintencionados acuden con la pueril intención de limar cualquier atisbo de ofensa o molestia, que todo lo desagradable hay que edulcorarlo: una faltita, un fallito, un puntito menos... (o sea, que los señores maestros han de corregir los acentitos, y los señores curas absolver los pecaditos).




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