celemín.
Es palabra muy bonita que de niño me traía en confusión, pues el
señor maestro nos enseñaba en la escuela que era una medida de
capacidad para áridos, equivalente a 4,625 litros aproximadamente, y
el señor cura en la iglesia se preguntaba de vez en cuando en el
sermón si la lámpara no había sido hecha para ponerla sobre el
candelero y no debajo del celemín... Y ahí se encendía aún más
la confusión, porque cómo se iba a poner una lámpara debajo de un
montón de grano o de legumbres... (Véase talentos.)
cerdo.
El otro animal, junto con el burro (véase), que más veces ha sido
bautizado en la pila del diccionario: marrano, puerco, guarro,
cochino, gocho…
cerebro.
Por la forma, a lo que más se parece es a una nuez.
cereza.
1 Las mejores, las más dulces, son, sin ninguna duda, aquellas que
los pájaros han picado ligeramente. 2 Es difícil encontrar, en el
árbol, una cereza que haya brotado ella sola del mismo tallo.
cerradura.
Duerme siempre con un ojo abierto.
chimenea.
Como no sabe escribir, se dedica a emborronar el aire de garabatos.
cicatriz.
Las de la infancia no se cierran nunca, y cuando uno se va haciendo
mayor vuelven a doler, y de qué manera.
cielo.
1 ~azul.
Espejo en el que se miran las ilusiones y el humo. 2 ~con
nubes.
Redil inquieto, o desorden de remeros amotinados. 3 Estar con ella y
ver desde allá arriba, asomados al corredor de las nubes, el huerto
y el corredor con las flores que dejó aquí abajo.
ciudad.
Población grande en extensión y número de habitantes, con iglesia
catedral, rotondas y semáforos (véanse aldea
y pueblo).
circunspecto,
ta.
Una de esas palabras cuya simple pronunciación sugiere o adelanta el
significado, sin que haya necesidad las más de las veces de buscarlo
en el diccionario. En este caso, por su etimología, “que mira
alrededor”, y por su uso, que lo hace de manera reservada y sin
permitir que nadie pueda ni siquiera sospechar lo que pasa en sus
adentros.
cizaña.
¿Qué siente la cizaña cuando la separan del trigo?
clase.
~obrera.
Usábase antiguamente en el gremio de los intelectuales para designar
a los que empleaban buena parte de las horas de cada día en trabajar
para ganarse la vida. Por ese trabajo les pagaban un jornal. Para
liberarse de tal condición se necesitaban dos cosas: conciencia de
clase y condiciones objetivas (véase intelectual).
clavo.
Véase mano.
coche.
1 Nuestras madres y abuelas nos invitaban con insistencia siendo
niños a que montáramos en el de san Fernando, que era el más
popular. 2 ¡Cualquier cosa, con tal de evitarle la humillación (me
refiero a B-4419 UG) de
quedarse un mal día parado en medio de la carretera y que tuviese
que venir la grúa y llevarlo a cuestas hasta un taller!
codo.
hablar
por los ~s:
un poco exagerado, pero qué bonito.
codorniz.
En verano, escondidas a la sombra entre los trigales, anunciaban con
su triple nota silbada la buena cosecha:
¡Buen
pan hay! ¡Buen pan hay! ¡Buen pan hay!
El
canto de la codorniz le devuelve a un servidor al tiempo de la
infancia, cuando su padre le traducía esas notas de esta otra
manera: ¡Pan
panín! ¡Pan panín!
cola.
¡Qué culpa tendrá la cola del pavo real, o la de la ardilla, que a
la del autobús o a la de la entrada en un museo les hayan puesto el
mismo nombre!
coletilla.
De coleta, y esta a su vez de cola… Coletilla: la segunda es su
abuela.
color.
Color arándano, color agua turbia, color de ala de mosca…
comentario.
~de
texto.
Receta pedagógica aplicada con saña y fervor en la enseñanza de la
literatura, que ha conseguido erradicar el gusto y la afición por la
lectura entre los jóvenes estudiantes.
comillas.
Las golondrinas se pasan los días llenando de comillas el cielo para
que ninguna frase pronunciada o escrita por los humanos se quede sin
ellas. Nos recuerdan así que nada de lo que decimos o escribimos es
original sino copia, eco o repetición, que todo fue dicho o escrito
o pensado ya alguna vez antes de que a nosotros se nos ocurriera y
que debe por ello marcarse con el correspondiente entrecomillado:
nihil
novum sub sole,
parecen repetir con sus chillidos.
comparación.
No todas las comparaciones son odiosas, y abundan más las que son
ociosas.
Es verdad que al cerdo le han bautizado la pila de veces, pero no le avisan de la vejez que no le espera, bueno, que le quiten lo bailao. Me quedo con el canto de la codorniz versión padre.
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