Muchas,
lamentablemente, de las expresiones, giros y modismos con que se
aderezaba la conversación están quedando, para desdicha de la
lengua y desdoro de sus hablantes, en desuso, o, lo que es peor,
sumidas en el olvido, arrastradas por la uniformidad adocenada del
idioma ramplón, plano, uniforme y teledirigido que campa a sus
anchas por doquier.
Reproduzco
algunas como muestra, extraídas de ese remanso y tesoro del español
coloquial que es El
Jarama,
la conocida novela de Rafael Sánchez Ferlosio publicada en el ya
lejano 1955:
-Me
llevé un chasco, hija mía
-Ni
por soñación
-Ahí
no vale de ser impacientes, buena gana
-A
pique de haberse ahogado alguno de los dos
-Yo,
allá penas
-Vete
tú a saber
-Escapado
se les bajaron los humos
-¡Adónde
va a parar!
-Así
pasará algún día con los coches, al paso que vamos
-No
tiene usted más que mandar recado con un par de días
-Un
día que ande yo más desenredado
-Déjelos;
buena gana gastar saliva en balde
-Sois
la caraba
-Es
un incordiante de marca mayor
-Hay
correa para rato
-Una
costumbre del año catapum
-Que
se dice pronto
-Diga
usted, Aniano, ¿a cómo vendrá costando una moto de ésas?
-Di
tú que porque era él; que si llega a tratarse de otro cualquiera...
-Como
estuviera yo en los Madriles, escapado iba a echar yo de menos todo
esto de aquí...
-Di
tú que no, hija mía
-¿Y
es seguro que es de allí de por Legazpi?
-Cuidado
el rapacín ese, lo revoltoso que es
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