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lunes, 12 de noviembre de 2018

Filosofía



El Congreso aprobó recientemente que la filosofía vuelva a ser asignatura obligatoria en el bachillerato. Es una buena noticia. Y lo hizo además por unanimidad. Otra buena noticia, casi un milagro. Se conoce que esta vez los señores diputados dejaron de lado las razones políticas, siempre endebles y acomodaticias, y se guiaron por las, digámoslo así, filosóficas, que son, por naturaleza, sólidas y duraderas.
En la primera adolescencia estaba uno deseando llegar a los cursos en que se impartía filosofía, convencido de que iba a encontrar en ella una especie de elixir mágico con que remediar males y carencias, algún maravilloso conocimiento que permitía entender cabalmente todas las cosas. Estudiar filosofía equivalía a entrar en un mundo superior y reservado a quienes poseían los secretos de una ciencia que para todo tenía una explicación.
Acaso los adolescentes conectados de ahora no compartan esa ingenua convicción, pero dicen que la filosofía está de moda fuera de las aulas, y que mucha gente acude a ella y la demanda para aliviar las dolencias del vivir alborotado. Es otra buena noticia, y un buen síntoma. Porque la filosofía no curará a lo mejor las heridas de la vida, pero sí servirá al menos para mitigar el sentimiento de intemperie y la general desorientación que nos aquejan.
También, eso seguro, para aprender el arte de razonar y poner en práctica lo que la palabra en su sentido etimológico significa: amante de la sabiduría. Dio ejemplo de esto último uno de los grandes filósofos, Sócrates, que, mientras le preparaban la cicuta, aprendía un solo para flauta. "¿De qué te va a servir?", le preguntaron. Y respondió: "Para saberla antes de morir". Fue esta su última enseñanza. Otra es la de su frase más conocida, "Solo sé que no sé nada", toda una lección de humildad, pues sin duda el primer paso en el camino del saber es el reconocimiento de la propia ignorancia.

                                                       (La Razón, 5 de noviembre de 2018)

                                      

1 comentario:

  1. Es verdad que toda la filosofía no quita un dolor de muelas, pero ayudará para visitar al dentista, bienvenida sea.

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