El desuso la está relegando, como a tantas otras, al
olvido, pero esta hermosa palabra, de origen incierto, y que el diccionario define
como "regalo que se da en Navidad o en la fiesta de la Epifanía", se
documenta ya hacia el año 1400.
La costumbre de hacerse regalos por estas fechas se remonta
a los antiguos romanos, que lo hacían como una manera de honrar a los dioses y
desearse felices augurios. Con el tiempo, el aguinaldo se convirtió en una
práctica costosa, pues obligaba a veces a los menos pudientes a dar lo que no
tenían, como era el caso de los subordinados que deseaban obsequiar a sus
protectores.
Ya en el siglo XVIII, algunos gremios y profesiones
adoptaron la norma de cumplimentar por Navidad a sus clientes (los panaderos,
en Cataluña, regalaban una coca), y hasta la década de los sesenta y setenta
del siglo pasado era habitual que carteros, barrenderos, serenos y otros
oficios pasaran por los domicilios del distrito asignado y entregaran una
estampita o felicitación navideña con la esperanza de recibir un aguinaldo.
Y cuando aún no se conocía a Papá Noel ni a Santa Claus,
era costumbre en muchos pueblos de España que los niños recorrieran casa por
casa el vecindario cantando villancicos para pedir el aguinaldo.
Todavía el cronista conoció
y practicó esta costumbre, aunque restringida a las casas de familiares y
allegados, y sin villancicos. Era el día de Reyes, y la noche anterior habíamos
dejado las zapatillas en la ventana, con agua y un par de manzanas para los
camellos, que no solían venir muy generosos porque cuando llegaban –muy tarde
siempre, por eso nunca los vimos– ya habían descargado las
alforjas en los pueblos de más abajo.
¡Tiempo de inocencia,
cuando la felicidad era lo único que, por una noche, nos quitaba el sueño!
Hola, David: Estoy interesado en conocer la editorial que publicó el poemario de tu hijo premiado con el Antonio Colinas de poesía joven.
ResponderEliminarTe lo tenías calladito y eso hay que airearlo.
Un abrazo.
Hola, Abilio: la editorial es La isla de Siltolá, de Sevilla, y el libro se titula Las cosas en su sitio. Muchas gracias y un abrazo
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