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lunes, 14 de enero de 2019

El aguinaldo


El desuso la está relegando, como a tantas otras, al olvido, pero esta hermosa palabra, de origen incierto, y que el diccionario define como "regalo que se da en Navidad o en la fiesta de la Epifanía", se documenta ya hacia el año 1400.
La costumbre de hacerse regalos por estas fechas se remonta a los antiguos romanos, que lo hacían como una manera de honrar a los dioses y desearse felices augurios. Con el tiempo, el aguinaldo se convirtió en una práctica costosa, pues obligaba a veces a los menos pudientes a dar lo que no tenían, como era el caso de los subordinados que deseaban obsequiar a sus protectores.
Ya en el siglo XVIII, algunos gremios y profesiones adoptaron la norma de cumplimentar por Navidad a sus clientes (los panaderos, en Cataluña, regalaban una coca), y hasta la década de los sesenta y setenta del siglo pasado era habitual que carteros, barrenderos, serenos y otros oficios pasaran por los domicilios del distrito asignado y entregaran una estampita o felicitación navideña con la esperanza de recibir un aguinaldo.
Y cuando aún no se conocía a Papá Noel ni a Santa Claus, era costumbre en muchos pueblos de España que los niños recorrieran casa por casa el vecindario cantando villancicos para pedir el aguinaldo.
Todavía el cronista conoció y practicó esta costumbre, aunque restringida a las casas de familiares y allegados, y sin villancicos. Era el día de Reyes, y la noche anterior habíamos dejado las zapatillas en la ventana, con agua y un par de manzanas para los camellos, que no solían venir muy generosos porque cuando llegaban –muy tarde siempre, por eso nunca los vimos– ya habían descargado las alforjas en los pueblos de más abajo. 
¡Tiempo de inocencia, cuando la felicidad era lo único que, por una noche, nos quitaba el sueño!

                                                  (La Razón, 7 de enero de 2019)


2 comentarios:

  1. Hola, David: Estoy interesado en conocer la editorial que publicó el poemario de tu hijo premiado con el Antonio Colinas de poesía joven.
    Te lo tenías calladito y eso hay que airearlo.
    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Hola, Abilio: la editorial es La isla de Siltolá, de Sevilla, y el libro se titula Las cosas en su sitio. Muchas gracias y un abrazo

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