Y no buenas, como casi siempre que alguien o algo ajeno a
los focos de actualidad se asoma a los periódicos.
Los jabalíes, por ejemplo, que han merecido no hace mucho
el honor de que un grupo de investigadores de la Universidad de Barcelona se
ocupe de ellos. El motivo, su comportamiento, que es cada vez más agresivo. Se
han acostumbrado mal, a lo que parece, y después de enseñorearse de las lindes
urbanas, sobre todo en Collserola, donde es habitual verlos merodear a sus
anchas y con todo desparpajo a cualquier hora, exigen buena comida, y, no
contentos con vaciar papeleras y asaltar contenedores, la buscan entre los
paseantes. Cuidado, pues, con el bocadillo o el donut, que tienen muy fino el
olfato y se han dado ya casos de lanzarse a por la mochila o pedir de malos
modos lo que no es suyo.
Las cigüeñas, que se han vuelto comodonas y algo señoritas
y ya muchas no emigran a África, por la bonanza de los inviernos en la
Península y por lo fácil que les resulta encontrar comida en los vertederos.
Conque a este paso pronto el refrán de "Por san Blas, la cigüeña
verás" pasará a ser cosa de otros tiempos, y quién sabe si también la
vieja estampa del nido en la torre de la iglesia correrá la misma suerte.
Las abejas, que si no tenían bastante con la contaminación
y otras plagas, les toca ahora hacer frente a la avispa asiática, una seria
amenaza para su supervivencia, pues son precisamente ellas, las sabias
fabricantes de la miel, el alimento preferido del temido insecto, que ha
invadido media Europa y anidó incluso el verano pasado en un jardín anexo al
histórico edificio de la Universidad de Barcelona.
Y los gorriones... Pero de estos hablaremos en otra
ocasión, que los pobres bien se lo merecen.
(La Razón, 14 de enero de 2019)
No sé si los jabalíes de Collserola leen tus comentarios de la razón, de ser así ándate con cuidado en tus paseos por esa sierra.
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