Recogían los periódicos de esta semana pasada el incidente:
el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, hablaba sobre la situación
en Venezuela y algunos diputados de izquierda acogieron por lo visto con risas
sus palabras. La reacción de Tajani debió de dejar con la boca abierta a más de
uno: "Risus abundat in ore stultorum", les replicó, "La risa abunda
en la boca de los necios", traducción latina de una sentencia del
comediógrafo griego Menandro. Un buen zasca, como se dice ahora.
Que un parlamentario recurra al latín es ya de por sí
novedoso y llamativo. Y una buena noticia, porque significa que la lengua de la
que derivan cinco de las que hoy son oficiales en el citado Parlamento (italiana,
francesa, española, portuguesa y rumana) se mantiene viva, y apelar a ella, mal
que le pese a algunos, continúa siendo una muestra incontrastable de cultura (o
de persona, como se decía antes, con estudios).
Porque
al pobre latín lo destierran de los planes de estudio en la enseñanza, lo
desdeñan en los currículos, la liturgia eclesiástica no tuvo en su día reparos
en excomulgarlo y lo maltratan ahora en las redes. Al respecto, el corrector
del word le dio el alto no hace mucho a este cronista: no aceptaba la expresión
latina "in medias res" ("en medio del asunto", "en
mitad del argumento"), y proponía tan campante sustituirla por
"medias reses" ("peccata minuta" al fin y al cabo, debió de
considerar quien lo programó).
Afortunadamente,
sin embargo, son muchas las expresiones latinas que continúan dando lustre y
autoridad al buen decir, y estaría bien recurrir a ellas más a menudo, por lo
que aprovecha uno la oportunidad para reivindicar su uso y vigencia: ¿quién no
ha hecho algo "ipso facto", "motu proprio" o "in
extremis", quién no se ha quedado alguna vez "in albis" o ha aplazado "sine die"
algún asunto?
(La Razón, 4 de febrero de 2019)
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