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lunes, 11 de marzo de 2019

Expresiones inocentes


Al hilo de lo que se trataba aquí hace un par de semanas acerca de una serie de expresiones pretendidamente ofensivas para la dignidad de los animales: coger el toro por los cuernos, matar dos pájaros de un tiro, ser un conejillo de Indias... La lengua la forjan sus hablantes y, como tal, es reflejo de una mentalidad y de una época, y ese es precisamente uno de los valores asociados a las palabras y expresiones acuñadas en el transcurso de los siglos, el ser testimonio vivo del tiempo en que se crearon. ¿Tiene entonces algún sentido tratar de cambiarlas o sustituirlas? ¿En nombre de qué? ¿De la corrección política o el buenismo animalista?
Si la historia no es culpable de lo que ha pasado, por mucho que hoy no podamos sentirnos orgullosos de algunos hechos, tampoco la lengua lo es, y no cree uno que frases como las antedichas menoscaben la dignidad de los aludidos. Aunque quién sabe, a lo mejor cuando alguien arrima el ascua a su sardina o se lleva el gato al agua está haciendo sufrir a una y otro, y meterse en la boca del lobo o buscarle los tres pies al gato es una intromisión intolerable en su intimidad, y referirse al lince o al elefante para ponderar respectivamente la sagacidad y la memoria puede ofender a ambos. Y lo mismo ocurriría con las comparaciones: estar como una cabra, más terco que una mula, más lento que una tortuga, más pesado que una vaca... Pero algo saldríamos ganando, porque, de aplicar a rajatabla la poda del diccionario, ya nadie sería más pobre que una rata ni llevaría una vida perra ni tendría pájaros en la cabeza, y el burro dejaría de ser un bruto ignorante y la gallina una cobarde, y no habría gato encerrado en ningún sitio, y el pájaro en mano del refrán volaría libre como los otros ciento...


                                                                                (La Razón, 4 de marzo de 2019)

1 comentario:

  1. La están tomando con la lengua y, que yo sepa, la lengua se inventó para entenderse, no para incrementar la confusión. Los animales podrán sentirse maltratados por los hechos, nunca por las palabras, porque hasta el momento su lenguaje no coincide con el nuestro. Dejémonos de monsergas y hagamos el bien sin codificarlo tanto. Aún no se patentado un antibiótico contra la estupidez.
    Abrazos.

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