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miércoles, 7 de junio de 2017

Libreta de apuntes

1
Todos deberíamos tener asignado un día de puertas abiertas, y que los que quisieran pudieran venir a visitarnos y conocernos por dentro. Pero no valdría preparar nada de antemano, ni limpiar y adecentar las dependencias, ni lucir las mejores galas, y estaríamos obligados a enseñarlo todo, hasta los últimos rincones, sin esconder ningún secreto.
2
Esa hoja huérfana en el árbol desnudo que no ha llegado a sentir la primavera.
3
La primavera está muy desprestigiada en la poesía y como tema de redacción escolar, pero revive cada año con la misma viveza y plenitud, incluso en los vertederos y las autovías de las ciudades. Y hay sabios que han llegado a la conclusión de que las tardes de junio deberían incluirse en la lista de las siete maravillas del mundo.
4
Los mirlos, que cantan a la vida, contentos por el simple hecho de estar vivos, y saludan al mundo cada día al amanecer, y también a esos que son sus vecinos y viven extrañamente ocultos a esa hora tras los cristales de la ventana, envueltos todavía en la telaraña del sueño, o amedrentados por las preocupaciones que acechan bajo la almohada, o amodorrados aún por la pastilla sin la cual no se cierran los ojos ni llega la tranquilidad.
Los mirlos que entonan en las ramas o en los tejados su concierto, y solo los árboles y las paredes y las antenas de televisión los escuchan, pero no nosotros, que ni reparamos en ellos, ni mucho menos agradecemos su canto, y ni siquiera levantamos la vista porque salimos de casa presurosos con la cabeza en otro sitio y asediados por tantas dudas y temores y obligaciones que no tenemos tiempo para esas menudencias, oír el canto amoroso y alegre de unos pájaros que lo único que hacen es eso, vivir y cantar.
5
Pero a los mirlos, afortunadamente, les trae sin cuidado lo que hagamos, porque no necesitan nuestra atención, ni esperan el aplauso: cantan para ellos solos y sin esperar ninguna recompensa.
Y lo mismo hacen las nubes, que no se cansan de pasar por el cielo aunque nadie se detenga a mirarlas.
Y la luz que diariamente se nos regala.
6
Lo malo de salir al campo en primavera es que los ojos se tiñen de verde y luego, al posarse en las páginas de los libros, estos se emborronan todos. Y pasa lo mismo con el oído, que vuelve tan afinado de escuchar los cantos de los pájaros que es incapaz de apreciar otra música que no sea la del silencio.
7
-¿Qué es el amor platónico? -pregunta el profesor.
Y enseguida se levanta una mano:
-Yo lo sé: el amor de un señor que se enamoró de su burro que se llamaba Platón y luego escribió un libro que se titulaba Platón y yo.
8
Aunque está uno ya en esa edad en que no puede hacerse ilusiones de volver a tener ilusiones.

1 comentario:

  1. Tus apuntes me llevan hasta la orilla del río, escucho los cánticos de un mirlo, no sé donde está, pero su eco resuena en la arboleda del cauce.

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