En los currículos y
programas educativos que ahora rigen –hablo
de los referidos a la enseñanza de la Lengua–
se proponen un sinnúmero de objetivos, procedimientos y actividades sobre la
comunicación, el funcionamiento de la lengua (la gramática es palabra tabú en
esos ámbitos), las tipologías textuales, la búsqueda de información y el manejo
de las nuevas tecnologías, todo con gran aparato terminológico y pomposa
retórica, pero ni una palabra, ni la más leve alusión a lo que tradicionalmente
se ha venido considerando signo inequívoco del paso por la escuela: el cuidado
de la escritura, el trazo esmerado de los renglones, la buena letra.
Esa buena letra de la
que hacían gala las generaciones anteriores a la EGB de los primeros setenta, y
muy particularmente las de origen campesino que a duras penas aguantaban en la
escuela hasta los catorce años, o acudían a ella por temporadas, cuando las
labores del campo o las ocupaciones ganaderas se lo permitían.
Saber hacer bien las
cuentas y tener buena letra (escribir sin faltas de ortografía era el súmmum, y
cometer más de las permitidas se consideraba poco menos que un deshonor):
bastaba con eso, nada había más importante, ningún otro conocimiento podía
equipararse a esas dos destrezas, las únicas competencias básicas –así las llaman ahora– que valía la pena adquirir, el único
título del que podían alardear, y en verdad que lo hacían, modestamente y
aunque fuera para sus adentros nada más.
A los responsables de
los programas educativos y a la clase dirigente pedagógica habría que
recordarles el respeto ancestral que en todas las culturas y civilizaciones se
ha tenido siempre por la buena letra, o sea, la caligrafía, término este que es
anatema para el recién mentado "establishment".
Claro que, dirán
algunos, para qué sirve la buena letra si ya nadie escribe en papel, solo en
teclados... Pero ese es ya otro cantar.
(La Razón, 28 de octubre de 2019)
Las formas son importante y las letras bien formadas tambien. En tiempos anteriores, a los médicos se les consideraba por su saber y su letra que casi nadie entendía, pero como eran médicos, pués podían escribir así. No se que letra habrá dentro de cien años, bueno, eso lo dejaremos para los que escriban entonces.
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