Son las siglas de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, que se define en sus estatutos fundacionales como "una asociación de estudiosos de la Ciencia y sus aplicaciones".
Tiene su sede en el número 115 de la Rambla y fue fundada en 1764, bajo el patrocinio del rey Carlos III, cuyo retrato preside aún una de las salas, por varios prohombres de la ciudad que, guiados por el espíritu ilustrado de la época, se propusieron la noble tarea de difundir en Cataluña los avances científicos que iban apareciendo en el mundo.
El edificio actual de la Academia, que llama la atención del paseante por su estilo modernista (y quizá también por los letreros del teatro Poliorama, que ocupa la planta baja), es obra del arquitecto Domènech i Estapà y fue inaugurado en 1894. En la fachada, y flanqueado por dos esculturas que representan la ciencia y el arte, se encuentra el reloj que durante muchos años marcó la hora oficial de Barcelona, que sigue funcionando aún con gran exactitud.
En la Sala de los Relojes de la primera planta, el visitante puede admirar el magnífico reloj astronómico encargado originariamente por el Senado al relojero Albert Billeter (¡diez años de trabajo le llevó su construcción!) y que ganó la medalla de oro en la Exposición Universal de 1888, además de una exposición de aparatos e instrumentos científicos, entre los que destaca la cámara de daguerrotipo con la que se hizo, en 1839, la primera fotografía en España. Cuenta asimismo con una excepcional biblioteca de más de cien mil volúmenes, sin duda uno de los fondos científicos más importantes del Estado.
La RACAB, que impulsó en 1904 el Observatorio Fabra, presume de haber tenido entre sus académicos correspondientes (esto es, los no numerarios y que residen fuera de la ciudad) a Albert Einstein, que en 1923 dio una conferencia en una de sus salas.
(La Razón, 2 de febrero de 2020)
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