"Aquí hay fuentes frescas, aquí, Licóride, prados blandos;
aquí está el bosque; aquí moriría contigo de pura vejez" (Virgilio, Bucólicas).
"He llegado con tanto retraso al mundo que me he
desorientado para siempre" (W. Shakespeare, Antonio y Cleopatra)
"Peligrosos son los viejos que conservan el recuerdo de
las cosas pasadas y han perdido el de las muchas veces que las cuentan" (Montaigne, Ensayos)
"La esperanza, el mejor consuelo de nuestra condición
imperfecta..." (E. Gibbon, Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano)
Felipe
II, cuando estaba en su palacio de Lisboa, echaba de menos a los ruiseñores,
“aunque algunos pocos –decía en
una carta muy sentida–, se oyen
algunas veces de una ventana mía”.
Y
su hija, que era la destinataria, le contestó así a vuelta de correo: “Tenga
cuidado, padre, de no caer en el pecado de melancolía”.
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