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lunes, 15 de julio de 2019

Tiempo de eufemismos

Con la Guía de Comunicación Inclusiva para construir un mundo más igualitario, que armó un cierto revuelo cuando se editó el pasado mes de junio, el Ayuntamiento de Barcelona pretende desterrar una serie de expresiones y vocablos susceptibles de herir a determinados colectivos por contener ideas estereotipadas o transmitir prejuicios racistas, étnicos o culturales. Así, "inmigrante ilegal" debería ser sustituido por 'persona migrante', "negrito" o "persona de color", por 'persona negra', y términos como "inválido", "minusválido", "paralítico", "cojo" o "disminuido" se englobarían todos en 'persona con discapacidad física/persona con movilidad reducida'. Del mismo modo,  los ciegos o invidentes serían 'personas ciegas o con ceguera', y los locos o enfermos mentales, 'personas con problemas de salud mental'.
Es la apoteosis de los eufemismos, y los ejemplos vienen de lejos.
Primero fue criada o doncella, luego sirvienta, y ahora es subalterna, o empleada de hogar. Los porteros y porteras de toda la vida han ascendido a conserjes o empleados y empleadas de fincas urbanas. Se acabaron los viejos, que ahora son mayores o ancianos (lato sensu, jubilados), y los pobres, que se han transformado en desfavorecidos o en personas en riesgo de exclusión social, y los gordos, que son obesos o tienen sobrepeso. Y otro tanto ha ocurrido con los asilos, que se han convertido en residencias, las cárceles o prisiones, que han devenido en centros de readaptación social o instituciones correccionales o establecimientos penitenciarios donde se albergan internos, no presos, y los manicomios, un tiempo clínicas mentales y actualmente centros de salud mental.
Tampoco hay ya vejez, solo esa cursilería de la tercera edad.
Por no hablar del cese temporal de convivencia (separación o divorcio), la disfunción eréctil (impotencia), los residuos sólidos urbanos (basura), el tráfico de influencias (soborno), los daños colaterales (muerte de civiles), el crecimiento negativo (pérdidas), la regulación de plantilla o reajuste de personal (despidos) y el reajuste de precios (subida de los mismos).

           (La Razón, 8 de julio de 2019)

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