Es la fecha aproximada en que
llegan don Quijote y Sancho a Barcelona, al término de su tercer y último viaje.
Tras dejar la Mancha,
atraviesan Aragón y entran en Cataluña. Nada más hacerlo, se encuentran con una partida de bandoleros y su capitán,
Roque Guinart, que despierta la admiración de don Quijote por su sentido de la
justicia. El bandolerismo era una realidad social en la Cataluña de la época, y
bajo el nombre de Roque Guinart se alude a Perot Rocaguinarda, un personaje
rigurosamente histórico y contemporáneo de Cervantes. Con los bandoleros conviven
tres días y tres noches, y el propio Roque Guinart les conduce "por atajos
y sendas encubiertas" hasta las puertas de Barcelona, a cuyas playas
llegan la víspera de san Juan por la noche. Allí les sorprende la ruidosa algazara
con que los barceloneses celebran el amanecer de un día de fiesta.
De la capital
catalana, que contaba entonces con unos 33.000 habitantes, les llama la
atención el bullicio de las calles, las galeras del puerto y, sobre todo, el
mar, que ni don Quijote ni Sancho habían visto antes. En compañía de don
Antonio Moreno, a quien Roque Guinart ha enviado una carta de recomendación
para que los acoja en su casa, pasean por las calles, visitan una imprenta (probablemente,
en la calle del Call) y una galera. Estando en esta última, suena la alarma de
que se acerca un barco turco, el enemigo más temible del mundo cristiano en
aquella época, y la galera, junto con otras dos, sale en su captura.
La estancia en Barcelona, la única ciudad que visita don
Quijote, termina cuando, dos días después, el hidalgo es derrotado en la playa por
el Caballero de la Blanca Luna (en realidad, su amigo el bachiller Sansón
Carrasco, que ha recurrido a esta estratagema para curar su locura y obligarle
a volver a su tierra).
(La Razón, 24 de junio de 2019)
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