De
entre las locuciones adverbiales, es decir, de entre esas combinaciones
estables de palabras que equivalen a un adverbio y complementan por
consiguiente al verbo, llaman particularmente la atención, por su forma misma,
las constituidas por la preposición a
más un nombre o un adjetivo en femenino plural. 'Adverbiales tristes' las
denomina Rafael Sánchez Ferlosio (en Glosas
castellanas, ensayo incluido en Altos
estudios eclesiásticos), y he aquí, como muestra, una más que cumplida retahíla:
a oscuras, a escondidas, a ciegas, a solas, a gatas, a gachas, a espuertas, a
tientas, a medias, a rastras, a secas, a rachas (referida al viento), a
hurtadillas, a horcajadas, a cuestas, a buenas, a malas, a sabiendas, a tontas
y a locas, a trancas y barrancas, a banderas desplegadas, a duras penas, a pies
juntillas, a deshoras, a buenas horas, a todas horas, a días, a manos llenas.
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