Cuántos
términos ya viejos y en desuso, en este campo de la indumentaria y el atavío,
por estarlo también las prendas a que daban nombre, arrinconadas muchas de
ellas para siempre en el desván del diccionario y apolillándose las más en los
baúles del olvido.
Rescato
de la memoria y de la literatura las que siguen:
almilla, especie de
jubón, con mangas o sin ellas, ajustado al cuerpo; balandrán, vestidura talar ancha y con esclavina, propia de
eclesiásticos, y abrigo ancho y largo; brial,
vestido de seda o tela rica que usaban las mujeres, y faldón de tela que
llevaban los hombres de armas desde la cintura hasta encima de las rodillas; capote, capa de abrigo con mangas y
menor vuelo que la capa, y abrigo ceñido al cuerpo y con faldones que usan los
soldados; casaca, prenda ceñida al
cuerpo, con mangas hasta la muñeca y faldones traseros hasta las corvas; chambra, especie de blusa sin adornos
que usan las mujeres sobre la camisa; coleto,
prenda de piel, con mangas o sin ellas, que ceñía el cuerpo hasta la cintura; corpiño, especie de almilla o jubón sin
mangas; esclavina, prenda semejante
a una capa corta que se pone sobre los hombros y cubre parcialmente los brazos;
gabán, abrigo masculino; jubón, vestidura ajustada y ceñida al
cuerpo que cubría desde los hombros hasta la cintura; justillo, prenda interior sin mangas que ciñe el cuerpo y no baja
de la cintura; marinera, especie de
blusa abotonada por delante y ajustada a la cintura; pelliza, prenda de abrigo forrada de pieles o con el cuello y las
bocamangas reforzadas de otra tela; polaina,
especie de media calza que cubre la pierna hasta la rodilla; pretina, correa o cinta con hebilla o
broche para la cintura; saya, falda;
sayo, prenda larga, holgada y sin
botones; sobretodo, prenda larga,
ancha y con mangas que se lleva sobre el traje ordinario; zamarra, prenda rústica, hecha de piel con su lana o pelo.
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