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viernes, 18 de septiembre de 2015

Pájaros

"Son los pájaros naturalmente las criaturas más alegres del mundo", dice el poeta Leopardi al comienzo de su Elogio de los pájaros. "Naturalmente", es decir, por ley natural o propia, no por azar.
Y continúa luego su alabanza de los cantores de la tierra, que se pasan la vida aplaudiendo la secreta armonía del universo y la felicidad de las cosas.
Señores del aire, su reino es el de la alegría, la risa, el vuelo, la ligereza y el canto, que solo interrumpen cuando llega la tormenta.
Ajenos a los horrores del mundo, jamás se aburren.
Los pájaros son lo que podría ser el hombre si fuera feliz, concluye Leopardi, que llevó una vida tan infeliz: véase la entrada de este blog correspondiente al 29 de junio, dedicada a él.
Y en los últimos renglones, recordando un poema del célebre lírico griego cantor del vino, el amor y otros placeres, escribe: "Anacreonte quería transformarse en espejo para ser mirado continuamente por su amada; o en manto, para cubrirla; o en ungüento, para ungirla; o en agua, para lavarla; o en ceñidor, para que ella lo apretara contra su seno; o en perla, para que lo llevara en el cuello; o en zapato, para que, por lo menos, ella lo oprimiera con su pie. Del mismo modo, yo querría, por algún tiempo, ser convertido en pájaro, para experimentar aquel contento y alegría de su vida". 

Y no solo no están nunca tristes –cómo van a estarlo, con esos nombres: herrerillo, zorzal, petirrojo, reyezuelo, curruca, verderón, oropéndola, aguanieves...–, sino que ¿cuándo se ha visto a una golondrina quieta y no llenando de garabatos el aire, y a un gorrión postrado, y a un mirlo achacoso, y a un ruiseñor doliente? Nunca tampoco, porque los pájaros no envejecen. No hay pájaros viejos.

1 comentario:

  1. El pintor Marc Chagall (1887-1985) quería parecerse a los pájaros cuando decía: "cantar como un pájaro, sin teoría ni plan"

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