Seguidores

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Ortografía, no otra cosa/Ortografía no, otra cosa

Puede suceder, al escribir, que alguien, cuando lleguen las próximas elecciones, pretenda *botar en una urna, y que tal otro sea alérgico al *bello de los melocotones, y que aquel padre de buena familia aspire a ser *varón.
También es posible a veces que uno *halla errado el tiro, o que *valla por lana y vuelva trasquilado, o que por error se le *estirpe cualquier órgano al último miembro de la *extirpe real.
Hay asimismo noticias de que fulano se *calló de la escalera, y de que mengano se *cayó por educación, y de que zutano no *haya la manera de cocinar bien los *gisantes.
'Ayer *haré lo que pude', escribió no se sabe quién, y solo los que habían empuñado alguna vez la esteva del arado para que el surco saliera derecho entendieron lo que quería decir.
No es raro tampoco que un simple olvido estropee un *jugete, o que por un descuido se le caiga a uno el anillo por el *desague, o que por un quítame allá ese acento el señor cura que sube a predicar confunda el púlpito con el pulpito... Y qué *verguenza entonces la de los fieles, que a lo mejor algunos se acordarán todavía de aquella especie de copla que venía antes en los libros de gramática de la escuela, con las palabras finales de cada verso sospechosamente subrayadas (y los señores maestros obligaban a pronunciarlas tal como aparecían escritas, todas con el acento en la penúltima sílaba):
En tiempos de los apostoles
había unos hombres muy barbaros
que se subían a los arboles
y mataban a los pajaros.

Pequeños errores todos si se mira bien, como equivocarse de *anden en la estación, o estirar una *sabana, o llevar un *revolver escondido, o levantar el *animo, o hacer un *calculo, o ser un *ávaro, o estudiar *ingles...
Por no hablar de esos otros signos que a quién le van a importar siendo tan minúsculos, ni quién se va a fijar en ellos si lo mismo da ponerles en un sitio que en otro: rosas, no claveles; de día no, de noche; si lees, mucho mejor... Que qué más dará escribirlo así que de esta otra manera: rosas no, claveles; de día, no de noche; si lees mucho, mejor...

1 comentario:

  1. Vivimos unos tiempos en los que la palabra se hace dueña de la comunicación, y las cartas, que eran un ensayo de la escritura, han dejado de existir.

    ResponderEliminar