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viernes, 1 de abril de 2016

Elogio de la letra u

La u es la letra más humilde y servicial.
Por culpa de lo primero, no solo es la última de las vocales, sino que le dio vergüenza siempre ser la primera letra de una palabra, y por eso son tan pocas las que, encabezándolas ella, aparecen en el diccionario. Tan pocas que caben en 8 páginas en la última edición del DRAE, una cifra muy inferior a la de sus cuatro hermanas por el modo de ser articuladas, sin que el aire expirado encuentre ningún obstáculo en la cavidad bucal: la a, apasionada y ambiciosa, acapara 179 páginas; la e, que se enorgullece de ser excelente y se las da de elegante y exquisita, se extiende por 115; la i, con esas ínfulas de ilustre e incisiva, inspira 43; la o, oronda y obsequiosa, ocupa 28.
En la u todo está abierto por arriba, como en un valle o en una herradura, y hay por eso simas umbrías que dan miedo, con el ulular del búho, el graznido de la urraca y el reclamo amoroso del urogallo...
La u es servicial como un ujier y por eso se puso al frente de palabras como útil, uso, unir, urdir, uncir...
Por servicial marchó también a servir de ungüento y unción a otra letras, aunque ni siquiera se la oye, porque no suena, solo como apoyatura y adorno, y sin ella no tendríamos ni las cosas del querer, ni quimeras, ni croquetas, ni quirófanos, ni bosques, ni obsequios, ni chaquetas, ni nos quedaríamos quietos oyendo tocar una orquesta. Y gracias a ella hay higueras, y guitarras, y águilas, y guepardos, y juguetes, y albergues, y guisantes (aunque alguien la engañó y la utilizaron también para las guerras y la guillotina).
Y luego está el caso de los dos puntitos con que la adornan y resaltan, que si aceptó fue para que hubiera cigüeñas y pingüinos, paragüeros y desagües, piragüistas y lengüetas. Ahí se la ve descolocada, llena de vergüenza, porque no le gusta destacar, y por menos de nada se quita los dos redondeles de encima; y si no que se lo digan a los estudiantes, que en cuanto se descuidan un poco se les escabulle de la hoja del cuaderno o de la pantalla del ordenador y ahí los dejan expuestos a la ira ortográfica del que luego corrige y tacha en sus escritos la *antiguedad o el *piraguismo o la *linguística (u otras menudencias, como *averigue, *amortigue, *averguencen...).
Pero por si fuera poco, por la u se va a esa isla imaginaria dotada de un sistema político, social y legal tan perfecto que el ser humano podría encontrar allí la felicidad: utopía se llama.

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