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lunes, 4 de julio de 2016

Efemérides literarias

De Franz Kafka, del que ayer, 3 de julio, se conmemoraba el centésimo trigésimo tercer aniversario de su nacimiento (Praga, 1883), este breve relato, que expresa la idea de cómo lo cotidiano y no solo las situaciones excepcionales o fuera de lo común puede llegar a ahogar a los personajes, que parecen marionetas en manos de factores como el tiempo, el azar y las previsiones erróneas. Por ello, quien sea capaz de superar la situación, puede considerarse un héroe, puesto que el heroísmo consistiría simplemente en sobrellevar la vida diaria. El empleo de letras para nombrar a los personajes contribuye por un lado a crear una cierta impresión de prosa “jurídica” y, por otro, dota al relato de impersonalidad, en el sentido de que cualquiera puede ser el protagonista de una situación similar y de que los personajes son meros sujetos del sistema, como las letras lo son del alfabeto. En otro orden de cosas, y pese a la brevedad, Kafka entrevé los males de la vida moderna: despersonalización, obsesión por el tiempo, sensación de absurdo y vacío...

Una confusión cotidiana
Un suceso cotidiano; soportarlo, un heroísmo cotidiano. A tiene que cerrar con B, del pueblo vecino H, un importante negocio. Va a una entrevista previa a H, invierte diez minutos en ir y el mismo tiempo en regresar, y presume en casa de esa asombrosa rapidez. Al día siguiente vuelve a ir a H, esta vez para cerrar definitivamente el negocio; como previsiblemente se necesitarán varias horas, A sale muy temprano por la mañana. Aunque todas las circunstancias accesorias, según opinión de A, son exactamente las mismas que las del día anterior, esta vez necesita diez horas para llegar hasta H. Cuando llega por la noche agotado, le informan de que B, enfadado por la ausencia de A, ha salido hace media hora para buscarle en su casa; en realidad, se tendrían que haber encontrado en el camino. Aconsejan a A que espere, pues B no puede tardar mucho en llegar. A, sin embargo, angustiado por el negocio, se pone enseguida en marcha y se dirige deprisa hacia su casa. Esta vez recorre el camino, sin ni siquiera darse cuenta, en un instante. En casa le dicen que B llegó hace tiempo, justo en el momento en que A abandonaba su casa, por lo que se había encontrado con él en la puerta. B le recordó el negocio, pero A dijo que no tenía tiempo, que tenía mucha prisa. A pesar del extraño comportamiento de A, B se había quedado para esperarle. Por supuesto preguntó con frecuencia si A había llegado ya, y aún se encuentra arriba, en la habitación de A. Feliz de poder hablar con B y poder explicarle todo, sube corriendo las escaleras. Ya casi ha llegado arriba, cuando tropieza y sufre la rotura de un tendón. En un estado semiconsciente provocado por el dolor, incapaz de gritar, gimiendo en la oscuridad, escucha y ve cómo B, difuminado por la distancia o por su gran proximidad a él, baja furioso las escaleras y, finalmente, desaparece.
            Franz Kafka, Cuentos completos (Valdemar, traducción de J. R. Hernández Arias)

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