En
los periódicos se ha hablado estos días del año sin verano, que fue el de 1816,
hace ahora doscientos años. En abril de 1815, el volcán del monte Tambora, en
Indonesia, entró repentinamente en erupción, provocando miles de muertes y
estragos climáticos nunca vistos. Todavía un año más tarde un velo casi
invisible de cenizas cubría el planeta, las temperaturas descendieron en todo el
mundo y las cosechas se vieron seriamente dañadas.
La
primavera de ese año de 1816, Mary Shelley viajó desde Londres a Ginebra,
desafiando los caminos helados de Francia en un coche de caballos. Allí, en una
villa solitaria a la orilla del famoso lago ginebrino, se instaló con su
amante, el poeta Percy B. Shelley, que luego sería su marido, y pronto se les
unieron también el poeta Lord Byron y su secretario John W. Polidori.
Obligados por el mal
tiempo y las fuertes tormentas a permanecer encerrados en la casa, decidieron
pasar las horas contándose historias de miedo. Una noche acordaron escribir
cada uno un relato basado en alguna experiencia sobrenatural, y fue así como nació
uno de los personajes literarios más universalmente conocidos, Frankenstein, y
una de las obras maestras de la novela de terror.

En
efecto, el joven científico Victor Frankenstein, obsesionado por descubrir a
toda costa los secretos de la naturaleza, da vida a una extraña criatura ensamblando
los diversos miembros de cadáveres que roba en tumbas y cementerios, y a los
que aplica la chispa vital de la corriente eléctrica. Conocedor de su
deformidad, el monstruo así creado (al que los lectores han acabado llamando
con el mismo apellido de su creador, puesto que Mary Shelley no le puso nombre)
trata de hacer todo el daño posible al joven científico. Al advertir lo
distinto que es de los seres humanos, que lo rechazan, y después de vengarse
matando al amigo, al hermano y a la esposa de Victor Frankenstein, se refugia en
las deshabitadas tierras del Ártico. Allí le busca su creador para matarlo,
pero es el monstruo, que desaparece después sin dejar rastro, el que le da
muerte a él.
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