De Rafael Sánchez Ferlosio, el siguiente
apunte –pecio, como su autor lo
llama, y el diccionario de María Moliner define el término como "resto de
una nave naufragada o de lo que iba en ella"–, que suscribo a ojos
cerrados:
(El Alagón) Encuentro finalmente un tramo
del río donde digo de pronto: "Esto es todavía exactamente como era en mi
niñez", y acto seguido, sin pensarlo, añado con pasión: "Y, por lo
tanto, como tendría que haber seguido siendo y seguir siendo, para siempre,
todo" (Campo de retamas, pág.
149).
Según
refiere E. R. Curtius en su Literatura europea y Edad Media Latina,
todo un clásico de los estudios literarios, Esquilo, célebre ya como autor de
tragedias en la Grecia de su tiempo (La
Orestíada, sobre todo, trilogía que incluye Agamenón, Las coéforas y Las
euménides), compuso para sí mismo un epigrama fúnebre "en el cual solo
quiso perpetuar su participación en la batalla de Maratón, sin
aludir para nada a su obra de poeta trágico".
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