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lunes, 25 de julio de 2016

Notas de lectura

De Rafael Sánchez Ferlosio, el siguiente apunte –pecio, como su autor lo llama, y el diccionario de María Moliner define el término como "resto de una nave naufragada o de lo que iba en ella"–, que suscribo a ojos cerrados:
   (El Alagón) Encuentro finalmente un tramo del río donde digo de pronto: "Esto es todavía exactamente como era en mi niñez", y acto seguido, sin pensarlo, añado con pasión: "Y, por lo tanto, como tendría que haber seguido siendo y seguir siendo, para siempre, todo" (Campo de retamas, pág. 149).

Según refiere E. R. Curtius en su Literatura europea y Edad Media Latina, todo un clásico de los estudios literarios, Esquilo, célebre ya como autor de tragedias en la Grecia de su tiempo (La Orestíada, sobre todo, trilogía que incluye Agamenón, Las coéforas y Las euménides), compuso para sí mismo un epigrama fúnebre "en el cual solo quiso perpetuar su participación en la batalla de Maratón, sin aludir para nada a su obra de poeta trágico".


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