Seguidores

viernes, 8 de julio de 2016

El rastro del WhatsApp y otras nubes

Traía el otro día el periódico en la primera página este titular, un tanto misterioso: El descomunal rastro de CO2 de tu WhatsApp. El misterio tardaba en disiparse lo que el lector distraído en caer en la cuenta de lo que esa fórmula química significa, dióxido de carbono, y las luces de alarma -con efectos especiales para provocar miedo y sobresalto- que llevan incorporadas en los últimos tiempos casi todas las noticias se encendieron también en esta con solo leer los primeros renglones, que hablaban del impacto medioambiental del tráfico digital, que contamina ya casi tanto como el aéreo, y de la preocupante estela de "datos sucios" que deja en la atmósfera la industria de las telecomunicaciones (cada minuto se envían 150 millones de SMS y también cada minuto se realizan 2,4 millones de búsquedas en internet, por no hablar de la actualización del perfil en Facebook y del envío de mensajes por WhatsApp, todo lo cual genera un consumo energético y un nivel de emisiones de dióxido de carbono comparable al de la industria pesada: cada correo electrónico suelta al aire de la atmósfera cuatro gramos de CO2, y enviar 65 equivale a recorrer un kilómetro en automóvil), y del enorme consumo energético de las industrias virtuales, en particular de los inmensos centros de datos y servidores que forman la trastienda de internet.
Conque, a la vista de esa atmósfera tan contaminada por la nube incolora de internet y de ese cielo atravesado a todas horas por los millones de mensajes y correos electrónicos, los trillones de llamadas por los teléfonos móviles y el estrépito incesante de estaciones y naves espaciales, satélites de todo tipo y aviones de todos los colores, no es de extrañar que ya a los ángeles les dé miedo volar hasta aquí abajo, y hasta que a las oraciones y plegarias les cueste su tiempo llegar a los oídos de sus destinatarios allá arriba.
Ganas le dan a uno por todo ello de desapuntarse al WhatsApp, borrarse de la internet, guardar en el cajón el teléfono móvil y volver a escribir cartas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario