Noche
de verano, en el campo, a la intemperie, sin reloj ni teléfono móvil ni ningún
otro artilugio, con una manta para el suelo y otra para abrigarse (se admite
saco de dormir)...
Apagar
los ruidos y las voces que no sean los de la naturaleza y las del aire.Alumbrarse con las luces del cielo.
Escuchar el silencio del firmamento y las conversaciones en voz baja con que aves, insectos, árboles, caminos, ecos, sombras entretienen el tiempo.
Pasear la imaginación hasta la raya última del horizonte.
Contar las estrellas.
Pensar: Y otro día breve que ha partido para siempre...
Quedarse
un rato en paz con uno mismo y aguardar así a que venga el sueño.
Tu propuesta me gusta y eso de estar en un hotel sin techo pero con muchas estrellas me da mas sueño.
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