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jueves, 27 de octubre de 2016

Efemérides literarias

Tal día como mañana, 28 de octubre, pero del año 1999, murió en El Puerto de Santa María (Cádiz), donde había nacido en 1902, el poeta Rafael Alberti.
Con su familia, se trasladó a Madrid en 1917, ciudad en la que en un principio se dedicó a la pintura. En los años de la república participó activamente en la vida política, y lo mismo durante la guerra civil del 36. En 1939 se exilió, primero en Argentina hasta 1962, y luego en Roma hasta 1977, año en que regresó a España.
Suelen distinguirse dos etapas bien diferenciadas en su obra, cuya característica principal acaso sea la variedad de estilos y temas: una primera, popular y vanguardista; y una segunda, a partir de los años de la República (1931), de poesía civil y comprometida, al servicio de sus ideas políticas. A estas podría añadirse una tercera, la del exilio, de carácter más heterogéneo.
Como libros principales pueden destacarse los siguientes:
.Marinero en tierra (1924), cuyo tema central es la nostalgia del mar gaditano de su infancia. Predominan las estrofas breves de raíz popular, junto con algunos sonetos.

              Si mi voz muriera en tierra,
            llevadla al nivel del mar
            y dejadla en la ribera.
               Llevadla al nivel del mar
            y nombradla capitana
            de un blanco bajel de guerra.
               ¡Oh mi voz condecorada
            con la insignia marinera:
            sobre el corazón un ancla
            y sobre el ancla una estrella
            y sobre la estrella el viento
            y sobre el viento la vela!

.Sobre los ángeles (1929), expresión de una profunda crisis espiritual sufrida por el poeta en aquella época. Valiéndose de las técnicas surrealistas –las imágenes visionarias sobre todo–, se sirve de extraños ángeles para personificar sus sentimientos de desesperanza, dolor, tristeza...

               Los ángeles muertos

               Buscad, buscadlos:
            en el insomnio de las cañerías olvidadas,
            en los cauces interrumpidos por el silencio de las basuras.
            No lejos de los charcos incapaces de guardar una nube,
            unos ojos perdidos,
            una sortija rota
            o una estrella pisoteada.
               Porque yo los he visto:
            en esos escombros momentáneos que aparecen en las neblinas.
            Porque yo los he tocado:
            en el destierro de un ladrillo difunto,
            venido a la nada desde una torre o un carro.
            Nunca más allá de las chimeneas que se derrumban
            ni de esas hojas tenaces que se estampan en los zapatos [...]
             
.El poeta en la calle (1931-1936), De un momento a otro (1932-1938) y Entre el clavel y la espada (1939-1940) conforman la etapa de su "poesía civil" al servicio de la causa republicana, sobre temas sociales, a veces con un carácter meramente propagandístico de sus ideas políticas. Al primero de los tres libros pertenece el célebre (y extraño, casi enigmático) poema siguiente, que tiene como protagonista a una misteriosa paloma:

              Se equivocó la paloma.
            Se equivocaba.
              Por ir al norte, fue al sur.
            Creyó que el trigo era agua.
            Se equivocaba.
              Creyó que el mar era el cielo;
            que la noche, la mañana.
            Se equivocaba.
              Que las estrellas, rocío;
            que la calor, la nevada.
            Se equivocaba.
              Que tu falda era tu blusa;
            que tu corazón, su casa.
            Se equivocaba.
              (Ella se durmió en la orilla.
            Tú, en la cumbre de una rama.)

Ya en el exilio, escribió A la pintura (1945), sobre temas y obras de pintores famosos y Retornos de lo vivo lejano (1952), evocaciones nostálgicas del pasado y de la patria lejana.

1 comentario:

  1. Aprovechando los discursos, réplicas y contrarréplicas que en el Congreso de los Diputados se están dando, podría acercarse Rafael Alberti, por supuesto, siempre que le concedan permiso los que le tienen secuestrado, y con la oportuna autorización de la presidenta del Congreso echar al personal algún poema.

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