Se
va abril, "el mes más cruel", según escribió el poeta T. S. Eliot, el
mes que la experiencia milenaria del refranero asocia con la bendición de la
lluvia:
Abril, aguas mil; Abril, aguas mil,
si no al principio, al medio o al fin; En
abril, aguas mil, a la entrada y al salir, y al medio por no mentir; En abril cada gota vale por mil; Abril
abrilero, cada día dos aguaceros; Marzo ventoso y abril lluvioso sacan a mayo
florido y hermoso (y como reverso pesimista, Las aguas de abril todas caben en un barril).
Abril,
que marca la frontera entre el invierno oscuro y la primavera alegre, como
sentencia también, con reservas y cautela, el refrán: El invierno no es pasado mientras abril no es terminado.
Lo
cantó así el poeta Antonio Machado:
Son
de abril las aguas mil.
Sopla
el viento achubascado,
y
entre nublado y nublado
hay
trozos de cielo añil.
Y lo
definió de este modo (reproduzco textualmente) el primer diccionario elaborado
por la Real Academia de la Lengua, el Diccionario
de Autoridades, publicado entre 1726 y 1739, y
así llamado por acompañar a cada palabra la cita de un autor importante con el
objeto de ejemplificar la definición dada:
ABRIL.
s. m. El segundo mes del año en el reglamento antiguo
del año Romano, y quarto del que al presente usa nuestra Santa Madre Iglesia
Romana, y las mas Naciones de la Európa. Tiene treinta dias, y es uno de los
que componen la éstacion de la Primavera. Fué dedicado por la Gentilidad à la
Diosa Venus Aphrodite, por cuya causa quieren algunos trahiga su origen de esta
palabra, siendo lo cierto que viene del Latin Aprilis, que significa esto mesmo.
Y aduce
como "autoridad" esta preciosa cancioncilla extraída de una comedia
de Calderón de la Barca, Mañanas de abril
y mayo:
Mañanicas
floridas
de
abril y mayo,
despertad
a mi niña,
no
duerma tanto.
Las
palabras son inocentes, y su significado, según los lingüistas, es arbitrario,
por responder a una convención, es decir, porque la relación entre el nombre y
lo nombrado, salvo el caso de las onomatopeyas -runrún, tintineo, chirriar...-,
es fortuita y casual (vamos, que la planta que conocemos como 'árbol' bien
podría haberse llamado 'mesa', y viceversa), pero hay algunas cuya forma parece
que ni pintada para lo que designan, porque las pronunciamos y ya su sonido
evoca o sugiere aquello con que las asociamos, y eso es lo que ocurre con
abril, que tiene un nombre claro y cantarín, a diferencia, por ejemplo, de marzo,
que lo tiene más bien áspero: ¿despertarían en nosotros las mismas ideas y
evocaciones estos dos nombres, abril y marzo, si se intercambiase su orden en
el calendario...?
Entrevisto
allá por las brumas grises de enero o de febrero, abril era la promesa de lo
verde y nuevo, la luz recién estrenada del despertar, un horizonte abierto y
azul.
Ahora
que hemos llegado a los días más altos, abril es la puerta de entrada al tiempo
amarillo, y el mirador desde el que se contempla en lontananza la raya del
verano, esa tierra prometida a la que soñamos con volver cada año una
temporada.
Abril se va, y para algunas criaturas es la referencia que tenemos para cumplir años.
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