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viernes, 29 de abril de 2016

Despedida de abril

Se va abril, "el mes más cruel", según escribió el poeta T. S. Eliot, el mes que la experiencia milenaria del refranero asocia con la bendición de la lluvia:
Abril, aguas mil; Abril, aguas mil, si no al principio, al medio o al fin; En abril, aguas mil, a la entrada y al salir, y al medio por no mentir; En abril cada gota vale por mil; Abril abrilero, cada día dos aguaceros; Marzo ventoso y abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso (y como reverso pesimista, Las aguas de abril todas caben en un barril).
Abril, que marca la frontera entre el invierno oscuro y la primavera alegre, como sentencia también, con reservas y cautela, el refrán: El invierno no es pasado mientras abril no es terminado.
Lo cantó así el poeta Antonio Machado:

Son de abril las aguas mil.
Sopla el viento achubascado,
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil.

Y lo definió de este modo (reproduzco textualmente) el primer diccionario elaborado por la Real Academia de la Lengua, el Diccionario de Autoridades, publicado entre 1726 y 1739, y así llamado por acompañar a cada palabra la cita de un autor importante con el objeto de ejemplificar la definición dada:
ABRIL. s. m. El segundo mes del año en el reglamento antiguo del año Romano, y quarto del que al presente usa nuestra Santa Madre Iglesia Romana, y las mas Naciones de la Európa. Tiene treinta dias, y es uno de los que componen la éstacion de la Primavera. Fué dedicado por la Gentilidad à la Diosa Venus Aphrodite, por cuya causa quieren algunos trahiga su origen de esta palabra, siendo lo cierto que viene del Latin Aprilis, que significa esto mesmo.
Y aduce como "autoridad" esta preciosa cancioncilla extraída de una comedia de Calderón de la Barca, Mañanas de abril y mayo:

Mañanicas floridas
de abril y mayo,
despertad a mi niña,
no duerma tanto.

Las palabras son inocentes, y su significado, según los lingüistas, es arbitrario, por responder a una convención, es decir, porque la relación entre el nombre y lo nombrado, salvo el caso de las onomatopeyas -runrún, tintineo, chirriar...-, es fortuita y casual (vamos, que la planta que conocemos como 'árbol' bien podría haberse llamado 'mesa', y viceversa), pero hay algunas cuya forma parece que ni pintada para lo que designan, porque las pronunciamos y ya su sonido evoca o sugiere aquello con que las asociamos, y eso es lo que ocurre con abril, que tiene un nombre claro y cantarín, a diferencia, por ejemplo, de marzo, que lo tiene más bien áspero: ¿despertarían en nosotros las mismas ideas y evocaciones estos dos nombres, abril y marzo, si se intercambiase su orden en el calendario...?
Entrevisto allá por las brumas grises de enero o de febrero, abril era la promesa de lo verde y nuevo, la luz recién estrenada del despertar, un horizonte abierto y azul.
Ahora que hemos llegado a los días más altos, abril es la puerta de entrada al tiempo amarillo, y el mirador desde el que se contempla en lontananza la raya del verano, esa tierra prometida a la que soñamos con volver cada año una temporada. 

1 comentario:

  1. Abril se va, y para algunas criaturas es la referencia que tenemos para cumplir años.

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