De
las lecturas, o mejor dicho, relecturas (releer: regalarse un libro recordando
su lectura) del fin de semana, un brevísimo relato de Kafka, extraído de La condena, publicado en la vieja
colección de bolsillo de Alianza editorial, y un fragmento de Alicia a través del espejo, en la
magnífica traducción de Jaime de Ojeda, perteneciente también a la misma colección:
Los árboles
Porque somos como troncos de árboles en la nieve.
Aparentemente, solo están apoyados en la superficie, y con un pequeño empellón
se los desplazaría. No, es imposible, porque están firmemente unidos a la
tierra. Pero atención, también esto es pura apariencia.
Franz Kafka
–¡Viviendo marcha atrás! –repitió Alicia con gran asombro–. ¡Nunca he oído una cosa
semejante!
–...Pero tiene una gran ventaja, y
es que así la memoria funciona en ambos sentidos.
–Estoy segura de que la mía no funciona más que en uno –observó Alicia–. No puedo acordarme de nada que no haya sucedido antes.
–Mala memoria, la que solo funciona
hacia atrás –censuró la Reina.
–¿De qué clase de cosas se acuerda
usted mejor?
–¡Oh! De las cosas que sucedieron
dentro de dos semanas –replicó la Reina con la mayor naturalidad–. Por ejemplo –añadió, vendándose un dedo con un
buen trozo de gasa–,
ahí tienes al mensajero del Rey. Está encerrado ahora en la cárcel, cumpliendo
su condena; pero el juicio no empezará hasta el próximo miércoles y, por
supuesto, el crimen se cometerá al final.
Lewis Carroll
Podría ser que los libros, después de haberles leído la primera vez pierdan algo de su aura y no les guste quedarse atrapados en la biblioteca, y tú que tienes más amistad con ellos puedes preguntárselo.
ResponderEliminarYa se lo he preguntado, y dicen que les aburre estar en la biblioteca, que no piensan en otra cosa que en salir y que el sueño de todos es que una mano les vaya pasando poco a poco las páginas.
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