Seguidores

domingo, 29 de mayo de 2016

¡Mayo, no te vayas!

Mayo, el mes de nombre más escueto, cuatro letras solo, pero acaso, junto con abril, el más bonito y poético, y, con junio, el más luminoso.

No te cantan ya los poetas de ahora, que, en cuanto oyen la palabra campo apagan el ordenador, pero sí los pájaros, que no se cansan de celebrar tu llegada, y ahí los tienes desde que amanece parloteando con algarabía entre ellos todo el día sin prestar cuidado a otras ocupaciones, y los árboles, compitiendo sin miramientos a ver quién es el primero en ponerse antes el vestido nuevo que cada uno se ha hecho, hebra a hebra, en los inacabables meses silenciosos del invierno, y las fuentes, que manan a porfía por ver cuál de ellas luce aguas más limpias, y las flores, resueltas a que no des un paso sin pisar en alfombra.

Y la luz del aire, luz más transparente que el vuelo de una mirada, aire más tenue y delicado que el filo de una idea que pasa por delante de la frente.

Y los batallones de nubarrones negros que asoman por las tardes en el horizonte y atraviesan el cielo como ejércitos en guerra con estruendo de tambores y encolerizados destellos de espadas que vinieran a fulminar el mundo.

Mayo que marceas y no nos dejas quitarnos el sayo, agua de mayo que nos traes el pan de todo el año... no os vayáis.

Y en hora buena volváis, mayo, el mejor mes de todo el año...
Aunque, cuando eso ocurra, habrán pasado ya doce meses, y seremos un poco más viejos, y se nos habrán ido cayendo por el camino algunas hojas, quién sabe si de las amarillas que caen a su debido tiempo o de las verdes que se desprenden de las ramas cuando aún no les corresponde, pero, pase lo que pase, te estaremos esperando con renovadas ilusiones y pondremos en tu llegada las mismas esperanzas que ponen los pájaros y los árboles y las fuentes...
¡El mes de mayo nuestro de cada año, dánosle pronto!, se oye rezar al campo todos estos días si uno pasea por él con el debido silencio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario