Como
no podía ser menos, tratándose del pájaro de canto más apasionado y armonioso,
el ruiseñor (que, según refiere Aristóteles, canta ininterrumpidamente durante
quince días y quince noches "en el tiempo en que las montañas comienzan a
sombrear") inspira a los mejores poetas del Siglo de Oro, como Garcilaso
de la Vega:
Cual suele el ruiseñor con triste canto
quejarse, entre las hojas escondido [...]
O
a Gil Polo, que propone en este poemilla una buena forma de entretenimiento:
¿Qué pasatiempo mejor
orilla el mar puede hallarse
que escuchar el ruiseñor,
coger la olorosa flor
y en clara fuente lavarse?
La
tórtola es, después del ruiseñor (cuyo precio en la antigua Roma era superior
al de los esclavos), el ave más celebrada por los poetas de los siglos XVI y
XVII. Francisco de la Torre la cantó así:
Tórtola solitaria, que llorando
tu bien pasado y tu dolor presente
ensordeces la selva con gemidos […]
También
la paloma es objeto de la devoción poética, como en estos versos de san Juan de
la Cruz:
La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado,
y ya la tortolica
al socio deseado
en las riberas verdes ha hallado.
De
Lope de Vega, acaso el mayor cantor de los pájaros (“En las mañanicas / del mes
de mayo /cantan los ruiseñores, / retumba el campo”: ¿quién no ha oído alguna
vez estos versos?), se queda uno con esta maravilla de delicadeza y
sentimiento:
Si os partiéredes al alba,
quedito, pasito, amor,
no espantéis al ruiseñor.
Si os levantáis de mañana
de los brazos que os desean,
porque en los brazos no os vean
de alguna envidia liviana,
pisad con planta de lana,
quedito, pasito, amor,
no espantéis al ruiseñor.Que ustedes los lean (los versos del poeta) y ustedes los oigan (los trinos del ruiseñor).
Será difícil comprobar todos los sonidos vocales de los ruinseñores, pero seguro que utilizan todo el Diccionario de "llamados" y "cantos" de los pájaros.
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