José
de Espronceda
Prototipo
del romántico rebelde y exaltado, nació en Almendralejo (Badajoz) en 1808. A
los quince años ya había fundado con otros amigos una sociedad secreta, Los
Numantinos, para conspirar contra el rey Fernando VII, por lo que fue
encarcelado. A los dieciocho años huyó a Portugal para unirse a los exiliados
liberales. Regresó a España en 1833, junto con Teresa Mancha, su gran amor, que
le abandonaría tres años después. Murió en Madrid a los treinta y cuatro años, el
23 de mayo de 1842.
Entre
sus obras poéticas destacan:
.El
estudiante de Salamanca, extenso poema lírico y narrativo de cerca de dos
mil versos que relata la leyenda del joven libertino y descreído don Félix de
Montemar, que llega a presenciar su propio entierro. El tópico escenario
romántico en que transcurre la historia se dibuja ya en los primeros versos: Era ya más de media noche, / antiguas
historias cuentan, / cuando en sueño y en silencio / lóbrego envuelta la
tierra, /los vivos muertos parecen, / los muertos la tumba dejan.
.El
diablo mundo, poema lírico y filosófico de más de ocho mil versos que
combinan diversas estrofas y ritmos; el canto II es el famoso Canto a Teresa, y en él recuerda
la historia de su amor, de acuerdo con el típico proceso romántico: ilusión
inicial, desengaño y desesperación final.
Del
Canto a Teresa, ejemplo del
romanticismo más retórico y efectista, son estos versos, en los que el poeta
llora a su amada muerta:
Los
años ¡ay! de ilusión pasaron;
las
dulces esperanzas que trajeron,
con
sus blancos ensueños se llevaron,
y
el porvenir de oscuridad vistieron;
las
rosas del amor se marchitaron,
las
flores en abrojos convirtieron,
y
de afán tanto y tan soñada gloria
sólo
quedó una tumba, una memoria.
.Otras
composiciones breves, expresión de su rebeldía, de su violenta protesta contra
las normas sociales y de su aspiración a una libertad absoluta. Destacan las
que tienen como protagonistas a una serie de figuras humanas socialmente
marginadas: Canción del pirata, Canto del cosaco, El verdugo, El reo de
muerte y El mendigo. A ellas se puede añadir A Jarifa en una
orgía, en la que manifiesta su amargo desengaño ante la vida, y el Himno
al sol, de carácter filosófico.
De
la primera, Canción del pirata, la
que más fama le ha dado, quién no recuerda los primeros versos, que sirvieron
de aprendizaje memorístico en las escuelas hasta hace bien poco: Con diez cañones por banda, / viento en popa
a toda vela, / no corta el mar, sino vuela, / un velero bergantín...
Y
la estrofa que sirve de estribillo, y en la que el pirata, personificación
simbólica del rebelde que se alza contra los convencionalismos sociales, proclama
su ideario vital:
Que
es mi barco mi tesoro,
que
es mi Dios la libertad;
mi
ley, la fuerza y el viento;
mi
única patria, la mar.
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