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miércoles, 4 de mayo de 2016

Aves y pájaros en la poesía española (I)

“El pájaro enseña al poeta su mejor y rara lección: cantar y encantar porque sí, sin triquiñuelas y sin falsificaciones”, dice José Manuel Blecua, maestro que fue de estudiosos y críticos literarios, en el prólogo de su libro Los pájaros en la poesía española, publicado en 1943. El primer pájaro que aparece en la poesía en lengua castellana, recuerda el profesor Blecua –pocos han enseñado la literatura con tanto convencimiento y fervor como él–, es la corneja que ve el Cid cuando sale de Vivar camino del destierro. Como signo de buen agüero, la encuentra primero al lado derecho, y poco después, a la entrada de Burgos, al lado izquierdo, por lo que los augurios son contradictorios (y así lo entiende el Cid, que se encoge de hombros y mueve la cabeza, en un gesto de indiferencia y de rechazo: él no es supersticioso, no cree que el vuelo de las aves se pueda interpretar como señal de buena o mala suerte):

                   A la exida de Bivar   ovieron la corneja diestra
                    e entrando a Burgos   oviéronla siniestra.
                    (Cuando salen de Vivar ven la corneja a la diestra,
                          pero al ir a entrar en Burgos la llevaban a su izquierda.)

En el mismo Cantar de Mío Cid sale también la primera ave que canta, el gallo:

Apriessa cantan los gallos,   e quieren quebrar albores.
(Aprisa cantan los gallos, y el día está para amanecer)

El gallo es también protagonista de este breve poema anónimo perteneciente a la lírica tradicional, en el que dos amantes que han pasado la noche juntos se despiden al amanecer:
                       
Ya cantan los gallos,
amor mío, y vete;
cata que amanece.                             
           
Vete, alma mía,
más tarde no esperes,
no descubra el día
los nuestros placeres.
Cata que los gallos,
según me parece,
dicen que amanece.

Dos de los pájaros más nombrados en la poesía medieval son el ruiseñor y la calandria, esta última de la familia de la alondra, que, con frecuencia, comparten estrofa e intercambian gorjeos, como en la introducción a los Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo:

El roseñor que canta por fina maestría
siquiere la calandria que faz grand melodía.  (*siquiere: o)

O en el Libro de buen amor, del Arcipreste de Hita:

Chica es la calandria e chico el ruiseñor,
pero más dulce cantan que otra ave mayor.

En el Romancero, aparte de la avecilla del Romance del prisionero, comentado ya en este blog (entrada número 40, correspondiente al 25 de mayo de 2015), es particularmente conocida la tortolilla que acude a beber a una fuente para calmar su pena:

Fontefrida, fontefrida,
fontefrida y con amor,
do todas las avecicas
van tomar consolación,
si no es la tortolica
que está viuda y con dolor. [...]  

Y a la lírica tradicional pertenece esta cancioncilla, protagonizada por una garza:

Malherida iba la garza
enamorada:
sola va y gritos daba.

Donde la garza hace su nido
ribericas de aquel río,
sola va y gritos daba.

2 comentarios:

  1. Enrique Morente en la composición musical, "sueña la Alhambra", comienza una canción, "Generalife", con el inicio del poema anónimo, "ya cantan los gallos", el tema se completa con un poema de Maria Zambrano.

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  2. Gracias, amigo Mariano, por tu información.

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