De
cualquier persona, hombre o mujer, y dependiendo de lo que cada cual quiera
resaltar de ella, alguna virtud o cualidad, o, por el contrario, su lado menos
amable o determinada ruindad, se puede decir, según el diccionario, lo que
sigue: que es un alma de Dios, un santo varón, un bendito o una bendita, un
trozo (o pedazo, o cacho) de pan, un alma de cántaro, un ángel, un demonio, un
pobre diablo, una buena pieza, una buena alhaja, una mosquita muerta, un mal
bicho, un bicho raro (o simplemente un bicho), una sabandija, un cardo, una
mala pécora, una rémora, un hueso duro de roer, un gallina, un gallito, un
lince, una hormiga, un zángano o una zángana, un pez gordo, un hombre de paja,
un alcornoque, un ciruelo, un adoquín, un cabeza cuadrada, un cabeza de
chorlito, un ratón de biblioteca, un as, un vivalavirgen, un vivales, un bala
perdida, un tonto o una tonta de capirote, un don nadie, un cero a la
izquierda, el último mono...
También
se puede ser de lo que no hay, o de armas tomar, o un alma en pena, o pobre de
espíritu, o cabeza de turco, o chivo expiatorio, o carne de cañón, o la oveja
negra, o el garbanzo del mismo color, o perro viejo, o pájaro de mal agüero, o
culo de mal asiento, o cerrado de mollera, o ligero de cascos, o chapado a la
antigua, o de buena pasta, o de la cáscara amarga, o la carabina de Ambrosio, o
mano de obra, o la mano derecha de alguien, o más chulo que un ocho, o más feo
que Picio, o más listo que el hambre (y que Lepe), o más tonto que Perico el de
los palotes, o más viejo que Matusalén...
Y
también, no ser trigo limpio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario