Seguidores

viernes, 15 de enero de 2016

Curiosidades de la lengua

Cuando nos parece que tal o cual persona, animal o cosa poseen una cualidad, un defecto o cualquier otra circunstancia en un grado extremo, le colocamos al adjetivo correspondiente la terminación -ísimo, -ísima del superlativo. Y así decimos: una mujer guapísima, un gato listísimo, un día hermosísimo.
Pero no a todos los adjetivos les podemos poner ese apéndice o remate. Por ejemplo:  decimos acérrimo (muy acre, muy fuerte, áspero o tenaz) y no *acrísimo, celebérrimo y no *celebrísimo, integérrimo y no *integrísimo, libérrimo (muy libre) y no *librísimo, misérrimo y no *miserísimo, paupérrimo (mejor que pobrísimo), pulquérrimo y no *pulcrísimo...
En el caso de los diminutivos, esto es, cuando queremos expresar disminución de tamaño  o darle a una palabra un tinte de afecto, ocurre algo parecido, y acudimos para ello a los sufijos normativos -ito, -ita, -illo, -illa: arbolito, mesita, listillo, cucharilla... Pero la lengua, que es sabia y previsora, ha encontrado la manera de evitar algún que otro sonrojo sin faltarle al respeto a la gramática. Le ha bastado para ello con meter por medio una simple cuña de una o dos o tres letras, de forma que un pie pequeño es un piececito (y no un *piíto), un dios menor es un diosecillo (y no un *diosillo) y un jefe con no mucho mando es un jefecillo (y no un *jefillo). La lista sería muy larga: hombrecito (*hombrito), mujercita (*mujerita), pececito (*pecito), cafetito o cafelito (*cafeíto), cajoncito (*cajonito), silloncito (*sillonito), cochecito (*cochito), avecilla (*avilla), nubecilla (*nubilla), panecillo (*panillo), solecito (*solito, referido al sol), padrecito (*padrito), madrecita (*madrita)...
Y otro tanto sucede con algunos aumentativos: seriecísimo, simplicísimo, agradabilísimo...
Aunque más raro aún es lo que les pasa a determinados adjetivos, que cambian de significado según vayan antes o después del sustantivo: un antiguo empleado no es lo mismo que un empleado antiguo; ciertos hechos no es lo mismo que hechos ciertos; una pobre mujer no es lo mismo que una mujer pobre; un triste subsecretario no es lo mismo que un subsecretario triste; un buen hombre no es lo mismo que un hombre bueno; un simple oficinista no es lo mismo que un oficinista simple; un viejo amigo no es lo mismo que un amigo viejo... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario