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viernes, 1 de enero de 2016

Unos apuntes y un poema

Pasan los días, se va el año viejo, despedido con incomprensible jolgorio, entra el nuevo, al que nadie sale a recibir (hoy es el día más triste: las calles están vacías y los pocos que deambulan por ellas lo hacen como recogidos en sí mismos, sombras que vagaran en sueños o paseantes apesadumbrados que contaran sus pasos), y el invierno que no llega.
No llueve, no nieva, no hace frío, arden los montes, siguen abiertas las playas, duermen las borrascas...
¿Qué pensará la naturaleza, sin tiempo para descansar? ¿Y los árboles, con el sol urgiendo a las ramas para que suelten los primeros brotes? ¿Y esas florecillas que asoman la cabeza sin saber que es enero?
-El invierno no existe, son los padres -oí decir el otro día, y enseguida apunté la frase.


Tiempo
                                    A  D. J. F.

Que no se te escurra al vuelo
como agua entre los dedos.
Estrénalo tan contento
como unos amores nuevos.

Guarda el que ya se hizo viejo
-el olvido es el veneno-
y por la alfombra del sueño
extiende el que vendrá luego.

Y aunque esté hecho de momentos
y al abundar lo matemos
-también lo pedimos muerto-,
es lo único que tenemos.
                                   (De Cien lecciones de cosas)

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