La soledad era el tema de la noticia que modestamente
seleccioné como la más representativa del pasado año 2015 (véase la entrada 116
de este blog, correspondiente al 30 de diciembre).

Esta estrofa de Lope de Vega, por ejemplo:
A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.
O estos, con los que concluye un poema de Antonio
Machado, escrito en Baeza tras la muerte de Leonor. El poeta recuerda las
tierras de Soria donde ella está enterrada y, después de evocar sus paseos por
la orilla del Duero, resume así su situación y su estado anímico (el lector atento
podrá observar la especial relevancia de los adjetivos 'solo' y 'viejo', el
primero por su posición final de verso y el segundo porque aporta un
significado no accidental y transitorio como los demás, sino esencial y
definitivo):
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.
O estos otros, con los que dan comienzo dos conocidos
poemas de dos insignes poetas españoles contemporáneos:
Cómo llenarte, soledad,
sino contigo misma...
(Luis
Cernuda)
Ah soledad,
Mi vieja y sola compañera,
Salud.
Mi vieja y sola compañera,
Salud.
Y también los dos primeros de un poema de Emily
Dickinson:
Podría estar más sola sin mi soledad,
tan habituada estoy a mi destino...
tan habituada estoy a mi destino...
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