Algún día habría que hacer un inventario de los oficios
y profesiones desaparecidos o en vías de desaparición: afilador, aguador,
alfarero, alguacil, ama de cría (o nodriza), arriero, aserrador, barbero, barrenador,
bordadora, botero, boyero, calero, calígrafo, caminero, campanero, cantero,
cantinero, carbonero, cardador o cardadora, carretero, cerillera, cestero, cobrador
de autobús, colchonero, copista, cordelero, costurera, cuchillero, curtidor, deshollinador,
escribano, esquilador, farolero, fogonero, guardabosques (o guardamontes, o
guarda de montes), guardagujas, herrero, hilandera, hojalatero, labrador, lavandera,
leñador, mielero, molinero, palafrenero, pastor, pellejero, picapedrero,
quesero, recadero, sastre, tabernero, tipógrafo, trapero, yegüero…
Y alguno más que se me ha quedado en el tintero, como el
de pendolista, esto es, el que escribe con muy buena letra y se dedica a
elaborar documentos manuscritos para otras personas.
También dos de los más poéticos y de llevar una vida la
mar de apartada y novelesca, el farero y el sereno.
Y los curas y maestros de pueblo, que se han quedado sin
almas y sin niños.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPor no sé cuanto tiempo me apuntaría de farero en la isla de Robinson Crusoe, bueno, el que me permitiesen los caníbales.
ResponderEliminar