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lunes, 29 de febrero de 2016

Efemérides literarias

Álvaro Cunqueiro
El 28 de febrero de 1981 moría en Vigo Álvaro Cunqueiro, uno de los más grandes prosistas del siglo pasado en lengua castellana. Nacido en Mondoñedo (Lugo) en 1911, cultivó todos los géneros. De su obra en castellano (Cunqueiro escribió también, y mucho, en su lengua natal) destacan particularmente sus relatos y novelas, que conforman un universo literario propio e inconfundible cuyo rasgo más destacado es sin duda la propensión a lo fantástico en detrimento de lo real. En ese reino de la imaginación con aromas de leyenda y dicción de regusto clásico hay dos territorios que le sirven de marco narrativo: el de la tradición celta que culminó en el ciclo artúrico o 'materia de Bretaña' y el de la mitología griega.
Al primero pertenecen, entre otros, los títulos siguientes: Merlín y familia (1955), Las crónicas del sochantre (1956), publicados los dos originariamente en gallego, y Flores del año mil y pico de ave (1968).
En el segundo se inscriben Las mocedades de Ulises (1960) y Un hombre que se parecía a Orestes (1969).
Recreó asimismo el mundo de Las mil y una noches en Cuando el viejo Sinbad vuelva a las islas (1961).
Viajero infatigable, exquisito gastrónomo y no menos fino catador de vinos, dedicó al tema culinario algunos libros, como La cocina cristiana de Occidente (1969).
Cunqueiro es también un maestro indiscutible del artículo periodístico, labor que ejerció durante toda su vida. El lector interesado puede encontrar una buena prueba de ello en dos magníficas recopilaciones de reciente aparición: "Los días" en La Noche (Santiago de Compostela, 1959-1962) y "Los otros rostros" (1975-1981) en Sábado Gráfico (Madrid, 1956-1983).
Sirva como muestra de la peculiar escritura del polígrafo mindoniense la nota preliminar de su Merlín y familia:

"Ahora que viejo y fatigado voy, perdido con los años el amable calor de la moza fantasía, por veces se me pone en el magín que aquellos días por mí pasados, en la flor de la juventud, en la antigua y ancha selva de Esmelle, son solamente una mentira, que por haber sido tan contada, y tan imaginada en la memoria mía, creo yo, el embustero, que en verdad aquellos días pasaron por mí, y aun me labraron sueños e inquietudes, tal eran como una afilada trincha en las manos de un vago y fantástico carpintero. Verdad o mentira, aquellos años de la vida o de la imaginación, fueron llenando con sus hilos el huso de mi espíritu, y ahora puedo tejer el paño de estas historias, ovillo a ovillo. Cuando de obra de nueve años cumplidos por Pascua Florida, con la birreta en la mano, me acerqué a la puerta de mi amo Merlín, ¿quién diría que me la iban a llenar, la gorrilla nueva, de las más misteriosas magias, encantos, inventos, prodigios, trasiegos y hechizos? Nunca regalo como este, digo yo, le fue hecho a un niño, y como de un cuerno maravilloso saco cinta tras cinta, cuento tras cuento, y con mis propios ojos contemplo toda aquella tropa profana que a Merlín acudía y a sus siete saberes: en Merlín  se añadían, tal los hilos de un sastre invisible, todos los caminos del trasmundo. Él, el maestro, hacía el nudo que le pedían. Ya lo veréis". 

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