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miércoles, 2 de marzo de 2016

Las dos caras

Las apariencias engañan, pero dicho así en refrán a lo mejor no convence tanto como si se lee en uno de los más sabios y reconocidos pensadores, el humanista Erasmo de Rotterdam, que, en su Elogio de la locura (1511), uno de los libros capitales de la cultura occidental, escribió:
"Es preciso notar, en primer término, que todas las cosas humanas, como los Silenos de Alcibíades [figurillas de fea apariencia que dentro contienen la imagen de un dios], tienen dos caras que no se parecen en nada, de tal modo que lo que a primera vista, como dicen, es la muerte, si se mira por dentro es la vida, y viceversa: lo que se nos ofrece como hermoso, resulta feo; lo opulento, paupérrimo; lo infame, glorioso; lo docto, indocto; lo fuerte, débil; lo noble, plebeyo; lo alegre, triste; lo próspero, adverso; lo de amigo, de enemigo; lo saludable, dañoso; y, en suma, si se abre el Sileno, todo se encontrará en seguida del revés".
Por lo que no cabe sino considerar, en palabras de Francisco Rico (de quien he tomado también la traducción del fragmento, en Los discursos del gusto), "cómo cambian y cuán diversas y complejas son en las distintas coyunturas personas, cosas y palabras; y, por ende, qué singular cada una y qué relativas todas".

Aunque en otro orden de cosas, algo tiene que ver con todo ello el proverbio del poeta Antonio Machado:    
            Busca a tu complementario,
            que marcha siempre contigo,
            y suele ser tu contrario.

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