Seguidores

miércoles, 23 de marzo de 2016

Los gorriones otra vez

A propósito de estos entrañables y parece que amenazados pájaros de los que se habló aquí antes de ayer (por cierto que Gustavo Adolfo Bécquer tituló así, Libro de los gorriones, el volumen que, publicado tras su muerte, sería conocido como Rimas), una pequeña muestra de su imperecedera huella literaria, más que merecida, puesto que no pueden al parecer, ¡pobres!, vivir sin nuestra compañía, y eso que les dejamos solo alguna miga de pan y apenas les prestamos atención, ni siquiera cuando por las mañanas se apresuran a celebrar en nuestro nombre el nuevo día  

Los gorriones
La mañana de Santiago está nublada de blanco y gris, como guardada en algodón. Todos se han ido a misa. Nos hemos quedado en el jardín los gorriones, Platero y yo.
¡Los gorriones! Bajo las redondas nubes, que, a veces, llueven una gotas finas, ¡cómo entran y salen en la enredadera, cómo chillan, cómo se cogen de los picos! Este cae sobre una rama, se va y la deja temblando; el otro bebe en un charquito del brocal del pozo, que tiene en sí un pedazo de cielo; aquel ha saltado al tejadillo lleno de flores casi secas, que el día pardo aviva.
¡Benditos pájaros, sin fiesta fija! Con la libre monotonía de lo nativo, de lo verdadero, nada, a no ser una dicha vaga, les dicen a ellos las campanas. Contentos, sin fatales obligaciones, sin esos olimpos ni esos avernos que extasían o que amedrentan a los pobres hombres esclavos, sin más moral que la suya, son mis hermanos, mis dulces hermanos. [...]
            Juan Ramón Jiménez, Platero y yo

Gorrión
No olvida. No se aleja
este granuja astuto
de nuestra vida. Siempre
de prestado, sin rumbo,
como cualquiera, aquí anda,
se lava aquí, tozudo,
entre nuestros zapatos.
¿Qué busca en nuestro oscuro
vivir? ¿Qué amor encuentra
en nuestro pan tan duro?
Ya dio al aire a los muertos
este gorrión que pudo
volar pero aquí sigue,
aquí abajo, seguro,
metiendo en su pechuga
todo el polvo del mundo.
            Claudio Rodríguez, Alianza y condena

Nadie pudo escribir con mejor letra
que el pájaro en la nieve esta mañana.
Yo me llamo gorrión y te lo digo
en trazos cuneiformes sin temor
a que lo lean otros. Sólo el sol,
y nada más que el sol, podrá borrarlo.
            Andrés Trapiello, El gorrión y sus cómplices

Y Josep Pla, siempre tan original y chispeante observador, escribió en su Viaje en autobús:
“Los naturalistas afirman que el ruiseñor es uno de los pájaros de vida familiar más correcta. Los gorriones, en cambio, ¡qué tropa descarada y libertina! Todos polígamos”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario