A
propósito de estos entrañables y parece que amenazados pájaros de los que se
habló aquí antes de ayer (por cierto que Gustavo Adolfo Bécquer tituló así, Libro de los gorriones, el volumen que,
publicado tras su muerte, sería conocido como Rimas), una pequeña muestra de su imperecedera huella literaria,
más que merecida, puesto que no pueden al parecer, ¡pobres!, vivir sin nuestra
compañía, y eso que les dejamos solo alguna miga de pan y apenas les prestamos
atención, ni siquiera cuando por las mañanas se apresuran a celebrar en nuestro
nombre el nuevo día
Los gorriones
La
mañana de Santiago está nublada de blanco y gris, como guardada en algodón.
Todos se han ido a misa. Nos hemos quedado en el jardín los gorriones, Platero
y yo.
¡Los
gorriones! Bajo las redondas nubes, que, a veces, llueven una gotas finas,
¡cómo entran y salen en la enredadera, cómo chillan, cómo se cogen de los
picos! Este cae sobre una rama, se va y la deja temblando; el otro bebe en un
charquito del brocal del pozo, que tiene en sí un pedazo de cielo; aquel ha
saltado al tejadillo lleno de flores casi secas, que el día pardo aviva.
¡Benditos
pájaros, sin fiesta fija! Con la libre monotonía de lo nativo, de lo verdadero,
nada, a no ser una dicha vaga, les dicen a ellos las campanas. Contentos, sin
fatales obligaciones, sin esos olimpos ni esos avernos que extasían o que
amedrentan a los pobres hombres esclavos, sin más moral que la suya, son mis
hermanos, mis dulces hermanos. [...]
Juan
Ramón Jiménez, Platero y yo
Gorrión
No
olvida. No se aleja
este
granuja astuto
de
nuestra vida. Siempre
como
cualquiera, aquí anda,
se
lava aquí, tozudo,
entre
nuestros zapatos.
¿Qué
busca en nuestro oscuro
vivir?
¿Qué amor encuentra
en
nuestro pan tan duro?
Ya
dio al aire a los muertos
este
gorrión que pudo
volar
pero aquí sigue,
aquí
abajo, seguro,
metiendo
en su pechuga
todo
el polvo del mundo.
Claudio
Rodríguez, Alianza y condena
Nadie
pudo escribir con mejor letra
que
el pájaro en la nieve esta mañana.
Yo
me llamo gorrión y te lo digo
en
trazos cuneiformes sin temor
a
que lo lean otros. Sólo el sol,
y
nada más que el sol, podrá borrarlo.
Andrés
Trapiello, El gorrión y sus cómplices
Y
Josep Pla, siempre tan original y
chispeante observador, escribió en su Viaje
en autobús:
“Los
naturalistas afirman que el ruiseñor es uno de los pájaros de vida familiar más
correcta. Los gorriones, en cambio, ¡qué tropa descarada y libertina! Todos
polígamos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario