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viernes, 11 de marzo de 2016

El Duero en Oporto

El Duero, que trae las aguas del Esla, que trae las aguas del Cea, entra al llegar a Oporto en el mar "que es el morir", según atestiguó Jorge Manrique.
Una porción de estas aguas ha llegado hasta aquí desde el nacimiento del Esla, el antiguo Astura, en Valdosín, muy cerca del puerto de Tarna, en la vertiente leonesa de la cordillera Cantábrica, y otra algo más pequeña lo ha hecho desde la fuente del río Cea, a los pies del pico de Piedralagua, también en la vertiente sur de los montes cantábricos.
Y otras han llegado desde las mismas fuentes del Duero en los picos de Urbión, y desde los manantiales del Pisuerga, del Adaja, del Tormes...
¿Tendrán memoria los ríos? ¿Habrán grabado en el espejo de sus aguas los valles, pueblos y ciudades por los que pasan? ¿Se acordarán de los puentes bajo los que momentáneamente discurren, de los que se asoman a ellos para mirarlos, de los que se lavan las manos o refrescan los labios en su caudal?
Porque si fuera así, a lo mejor el Duero guarda aún memoria del pobre Lázaro que nació bajo un puente del río Tormes a su paso por Salamanca, y de ahí le vino el sobrenombre; y del poeta Antonio Machado paseando con Leonor por sus orillas de álamos dorados en el camino de San Polo a San Saturio, allí donde "traza su curva de ballesta en torno a Soria"; y de los versos que le dedicara otro poeta, Gerardo Diego, que caminó también por sus riberas:

            Río Duero, río Duero,
            nadie a acompañarte baja,
            nadie se detiene a oír
            tu eterna estrofa de agua.
             
            Indiferente o cobarde,
            la ciudad vuelve la espalda.
            No quiere ver en tu espejo
            su muralla desdentada.

            Tú, viejo Duero, sonríes
            entre tus barbas de plata,
            moliendo con tus romances
            las cosechas mal logradas.

            Y entre los santos de piedra
            y los álamos de magia
            pasas llevando en tus ondas
            palabras de amor, palabras.

            Quién pudiera como tú,
            a la vez quieto y en marcha,
            cantar siempre el mismo verso,
            pero con distinta agua.

            Río Duero, río Duero,
            nadie a estar contigo baja,
            ya nadie quiere atender
            tu eterna estrofa olvidada,

            sino los enamorados
            que preguntan por sus almas
            y siembran en tus espumas
            palabras de amor, palabras.


1 comentario:

  1. Tomate un momento para mirar si flota hacia el mar, alguna sombra de un arbol que la dejo caer alla por el rio Porma.

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