calzoncillo.
Diminutivo de calzón, que proviene
del latín vulgar calcea 'media',
derivado a su vez del latín calceus
'zapato'. Los romanos, que empezaron a usar las medias por influencia de los
germanos, recurrieron, así pues, a un derivado de 'calzado' para denominarlas.
En la época medieval -y sigo a Joan Corominas en su impagable Breve diccionario etimológico de la lengua
castellana- las medias se fueron llevando cada vez más largas, hasta cubrir
desde los pies a la cintura. Posteriormente, en el siglo XVI, al dividirse esta
prenda en dos partes, recibió también nombres diferentes: calzas o calzones -y de
ahí calzoncillos- la que cubría el
abdomen y parte de los muslos, calcetas
o medias calzas -abreviadamente, medias- la que envolvía el resto de la
pierna y el pie. (Según refiere E. R. Curtius en su ya clásico libro Literatura europea y Edad Media Latina,
el uso de los calzoncillos fue objeto, allá por el siglo XII, de polémicas y
rencillas entre la orden del Císter y la orden de Cluny: san Benito había
declarado superflua esta prenda de vestir, permitiéndola solo para los viajes,
pero los monjes cluniacenses parece que se desviaron de tal precepto benedictino;
los cistercienses no tardaron en reprochárselo, lo que aprovecharon a su vez
aquellos para acusar a estos de no llevarlos para así "estar más prontos a
la deshonestidad").
canícula. Del latín canicula 'perrilla', diminutivo de canis 'perro, can'; en la constelación
del Can Mayor hay una estrella, Sirio, que en los primeros días de agosto asoma
en el horizonte al mismo tiempo que el sol, como una perrilla que siguiera a su
dueño, y de ahí el significado de la palabra: 'período del año en que es más
fuerte el calor' (canijo, 'pequeño', tiene el mismo origen).
canonizar. Del latín canon, y este del griego kanon 'tallo,
varita', 'regla, norma' y 'catálogo, lista'. Para "canonizar" a
alguien, esto es, para declararle solemnemente santo e incorporarle al
"canon" o lista de los santos, se le somete a un proceso
"canónico" (conforme a las reglas y sagrados cánones); este proceso,
caso único en el mundo, no puede perderse, es decir, no admite un fallo
negativo, aunque sí puede interrumpirse: Felipe IV, por ejemplo, inició en 1650
y 1655 el proceso de canonización del cardenal Cisneros, que todavía no se ha
concluido.
cantimplora.
Del catalán cantimplora, antiguamente
cantiplora, compuesto de canta i plora 'canta y llora', por el
ruido que hace la cantimplora al gotear, según Joan Corominas.

ilusión. Del latín illusio, -onis 'engaño', 'burla' (de
donde iluso como equivalente a
'engañado, burlado').
museo. Del latín museum 'lugar consagrado a las musas',
'edificio dedicado al estudio', y este del griego museion.
oficina. Del latín officina 'taller, fábrica', derivado de officium 'oficio'.
pordiosero, ra.
De la expresión por Dios, usada para
pedir limosna, con el sufijo -ero, -era
propio de los nombres de profesión.
postre. Del latín poster, -eri 'que viene después' (posterior, postrero, postrimería... comparten la misma raíz).