Los
caminos del otoño… Da lástima pisarlos. Me dan ganas a veces de quitarme los
zapatos y andar descalzo sobre las hojas. Procuro caminar despacio y con
suavidad, para no aplastarlas, pero, aun así, tengo la impresión de estar
haciendo algo indebido, como si paseara con las botas sucias por los pasillos
alfombrados de un palacio.
¿Quién le
pinta los colores a las hojas? Las hay amarillas, doradas, marrones, del color
del oro viejo, del rojo de las crestas de gallo, del anaranjado del atardecer,
del cobre que recubre por dentro los calderos antiguos…
¿Por qué
los árboles se desprenden de las hojas antes de que llegue el frío?
¿Recompensan así, proporcionándole abrigo, al redondel de tierra que sombrean
en el buen tiempo? ¿Para tener al viento entretenido por los caminos? ¿Les
estorban acaso para dormir el sueño blanco del invierno?
Hojas que
se amontonan como monedas antiguas sin valor, hojas que vagan por el aire como
si fueran pensamientos sin dueño, hojas sobre las que caminan las estrellas cuando
bajan por las noches a refrescarse los pies en el rocío…
Párpados
desprendidos, alas rotas, ideas perdidas, pájaros asustados que estuvieran aprendiendo a volar, monedas con las que pagan los árboles
el sustento que da la
Las hojas se caen para que alguien como tú escriba sobre ellas.
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