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miércoles, 4 de noviembre de 2015

Historias de andar, reales como la literatura misma

Un sueño
En la pizzería, de pie junto a la barra, escucho esta conversación entre uno de los camareros y el que aguarda a mi lado. Los dos son muy jóvenes y lucen peinado a lo gallo.
Jo, tío, cuánto tiempo... ¿Qué tal?
Pues mira, tirandillo... responde el camarero. ¿Y tú?
Psssche, así así... -contesta el otro.
¿Tienes curro?
Sí, de escoba en unos almacenes, limpiar y todo eso, tres días a la semana, y los viernes y sábados en un súper, para llevar los pedidos...
Bien, ¿no?
Es lo que hay...
El camarero acude solícito a servir una mesa y se hace una pausa.
Aunque no sé, a lo mejor un día de estos cambian las cosas... prosigue mi vecino cuando el camarero regresa.
¡Anda! ¿Y eso?
Nada, que mañana me voy a entrevistar para un curro decente, de repartidor...
¿De repartidor?
Sí, pero con una furgoneta...
¡Vaya!
Y llevándola yo, yo solo...
Más trabajo, entonces...
Me da igual, la cosa es ir a tus anchas, y conduciendo...
Bueno, si te gusta...
¡Es mi sueño! ¡No te digo nada si se cumpliera!
Puede ser...
¡El primer día en cuanto tenga un rato me doy con ella una vuelta por el barrio, para que se enteren algunos...!
El camarero, requerido en la otra punta de la barra, ensaya un gesto de disculpa.
¿Otra birra? le pregunta nada más volver, pero el interpelado se desentiende del ofrecimiento.
Oye, y tú que entiendes, dime a ver qué careto tengo que ponerme yo mañana, para entrevistarme quiero decir...


1 comentario:

  1. Ahora que el muchacho ha despertado, se mira en el espejo de la furgoneta, y con el pelo a lo gallo continúa el reparto.

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