Para
esos días que a uno le gustaría borrar del calendario y quedarse en casa y no
asomarse siquiera a ver pasar la vida desde el balcón, estos versos del
zamorano Claudio Rodríguez, uno de los mejores poetas de la generación de los años 50 del siglo pasado:
Tal
vez, valiendo lo que vale un día,
sea
mejor que el de hoy acabe pronto.
(Un
suceso, Alianza y condena, 1965)
Hay
algunas mañanas
que
lo mejor es no salir. ¿Y adónde?
(La
mañana del búho, Casi una leyenda, 1991)
Y
a lo mejor podía venir a cuento ahora, como compensación y consuelo, la frase
de Pascal: “Las desgracias del mundo se deben a que la gente no es capaz de
permanecer veinticuatro horas seguidas en la misma habitación”.
Esto
es, a solas y consigo misma.
En esos días, hay que coger un asidero, para hacer más llevaderos el tiempo que maltrata y el mundo que está mal hecho.
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